Presente – Presencia – Parusía

Presente: Presencia: Parusía (196 Aurora Diferencial)

ES_

Contemplación de un punto único para detectar lo que ha estado «fuera de campo», en el fondo, para tematizarlo y volverlo figura otra vez.

¿Qué es lo que vemos cuando vemos el presente? No siempre lo sabemos y casi siempre olvidamos poner nuestra atención en él. Sin embargo, en algunos breves momentos pausamos los ritmos para tomarnos un tiempo y respirar. Sí, claro, no lo hacemos muchas veces y cuándo lo hacemos (como en este momento), es porque nos lo dijeron, casi como si fuera una imposición. Un poco de esto es lo que ha pasado: la fuerza de la inercia nos hizo detener ante lo que ya sabíamos y olvidamos reconocer: nuestro entorno ya está modificado y no hay contención para el tiempo. Nos aislamos, y, en ese aguardar, tuvimos un tiempo para ver el tiempo y dejar que el tiempo nos pudiera ver. Tuvimos tiempo para interrogar un horizonte que siempre estuvo allí pero ya habíamos dejado de observar. Eso, una pausa. Tuvimos tiempo para ver el movimiento que dejamos fuera de campo y que reclamaba mudo que se convirtiera en tema, en nuestro tema. Pudimos ver los efectos con tranquilidad; que la repetición nos marca el ritmo y que el ambiente brota a una atemperada regularidad: el tiempo se amolda a sus caprichos. Por eso, después de la estabilidad que nos fue ofrecida por la detención, percibimos los sentidos que han estado inmanentes y volvimos a sentir el placer de lo sutil. Retomamos un poco la presencia. Salteamos la existencia. Eso fue. Eso es. Aquí vemos la frecuencia de una captura que se repite unas 196 veces, siguiendo la aurora, buscando el contraste del crepúsculo y del artificio iluminador. Ahora, sólo hay que ver, de nuevo, lo que ha sido tematizado para concebir un advenimiento: ¿son las revelaciones invisibles? Sólo es un tiempo para detenerse y detenernos otra vez a contemplar lo que ya es visible.

PT_

Contemplação de um único ponto para detectar o que tem estado «fora de campo», no fundo, para tematizá-lo e fazê-lo aparecer novamente.

O que é o que vemos quando olhamos para o presente? Nem sempre sabemos, e quase sempre nos esquecemos de prestar atenção a isso. No entanto, em alguns breves momentos pausamos os ritmos para tirar um momento e respirar. Sim, claro, não o fazemos muitas vezes e quando o fazemos (como neste momento), é porque nos foi dito, quase como se se tratasse de uma imposição. Um pouco disto é o que aconteceu: a força da inércia fez-nos parar diante daquilo que já sabíamos e esquecemo-nos de reconhecer: o nosso ambiente já está modificado e não há contenção para o tempo. Isolámo-nos, e, nesta espera, tivemos tempo para ver o tempo e deixar que o tempo nos visse. Tivemos tempo para interrogar um horizonte que estava sempre presente, mas tínhamos deixado de observar. Isso, uma pausa. Tivemos tempo para ver o movimento que tínhamos deixado fora do campo e que silenciosamente exigia tornar-se um tema, o nosso tema. Conseguimos ver os efeitos com calma; que a repetição marca o ritmo para nós e que o ambiente brota com uma regularidade temperada: o tempo molda-se aos seus caprichos. É por isso que, após a estabilidade que nos é oferecida pela paragem, percebemos os sentidos que têm sido imanentes e sentimos mais uma vez o prazer do subtil. Recuperámos um pouco da nossa presença. Salteamos a existência. Isto foi. Isto é. Aqui vemos a frequência de uma captura repetida 196 vezes, após o amanhecer, procurando o contraste do crepúsculo e do artifício iluminador. Agora, basta ver, uma vez mais, o que foi tematizado para conceber um advento: será que as revelações são invisíveis? É apenas um momento para parar e pausar novamente para contemplar o que já é visível.