Ambientes distópicos: Relatos y reiteraciones

Como estamos en el apocalipsis, es usual escuchar voces -esas que escupen fuego- recordándonos, con insistencia e inquina, qué es lo que va a pasar, cómo es que nos tenemos que comportar de aquí en adelante. Cada una de esas voces va tejiendo con esa paciencia estratégica típica de los acosadores, el no tan nuevo relato que arrasará lo que es por todos conocido. Estamos al punto de comenzar un nuevo orden social.

Por que se está retomando el camino que culpabiliza a ese “Otro” incómodo, dándole un nombre específico para dirigir contra él los odios que no queremos dejar salir nosotros. Se intentó con el Ejército de Liberación Nacional, pero no hubo empatía con el público aúlico de sangre.

Ahora se intenta, con el apoyo irrestricto de los medios comunicación masivos, posicionar nuevamente un cambio semántico para dotar a la Fuerza Alternativa Revolucionaria del Común, de la oscuridad que habitaba en las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia: FARC asesinos, FARC terroristas, FARC narcotraficantes, FARC narcoterroristas asesinos.

Y el eco de estas palabras resuena desde los pasillos del Congreso hasta los bordes más alejados de este maltrecho país; y se suma a las voces que profetizan el fin de la separación de poderes (ejecutivo, legislativo y judicial), que indilgan oposiciones a decisiones que se apartan de este “nuevo” deber ser, que siguen censurando porque estamos siendo gobernados por un gobierno que quiere desconocer lo único bueno que nos ha pasado en estas últimas décadas: el intento por estar un poco más tranquilos, un poco más en paz.

Pero lo que importa ahora es solamente recordar que queremos paz “pero no así”, que queremos paz “pero sin impunidad”, que queremos paz “pero…”, para ver si ya nos convencimos que lo que realmente importa es aupar las armas –cualesquiera que ellas sean- para dejar en paz, eso sí, a esta “nueva” idea de país que ya conocemos, y que es –eso es lo que dicen- el país que nos merecemos.

Razón tenía Rudolf Hommes al decir que todos estos relatos nos pone en el contexto de la novela de George Orwell 1984, pues todo lo que se relata en este “nuevo” país, requiere de ingentes esfuerzos para decir que lo que se dijo no es lo que parece ser que se dijo y que lo que se dijo nos va a hacer bien y que nosotros no entendemos mucho y por eso es necesario que se nos explique lo dicho en transmisiones abiertas y en rondas diplomáticas, una y otra vez.

En eso vamos, en eso estamos. Y no creamos que somos los únicos, pues este aparato de control masivo se ha ido desplegando tranquilamente, como una falsa noticia, en un buen número de países y en varios continentes. Los rumores van desde la antigua Europa hasta la joven América, pasando por la primigénia África: somos humanos y no estamos exentos de nuestros excesos.

Ya había escrito en estos ambientes distópicos que los dictados van a estar en nuestro diario vivir, y lo que dicta mi intuición, es que ese relato que nos gritan con mala voluntad, hará de nosotros la distopía por excelencia, esa que permite que se implosionen nuestros sentidos para vivir, como -tenemos que decirlo reiteradamente- muertos vivientes.

Y como la reiteración es lo que prima, quisiera que construyeramos un ambiente distópico, no faltaba más, repitiendo hasta el cansancio la palabra guerra –como en el video de la artista Nadia Granados (La Fulminante) de 2018 Entrevista al sicario más famoso del mundo-. Empecemos: guerra, guerra, guerra…

*Publicado originalmente en http://lapipa.co/ el 21 MAR 2019

Esta entrada fue publicada en Ambientes Distópicos el por .

Acerca de Oscarabajo

Oscar Ayala inicia su trabajo en las artes en la Dirección Cultural Artística de Santander – DICAS. En 1998 se traslada a la ciudad de Bogotá D.C. para continuar sus estudios en la Escuela de Artes Plásticas de la Universidad Nacional de Colombia, dónde obtiene el título de grado de Maestro en Artes Plásticas con la obra Transurbano. Para el año 2007 realiza un viaje a la ciudad de Curitiba, PR, Brasil que le permite proponer un proyecto para la Maestría en Artes Plásticas y Visuales de la Universidad Nacional de Colombia, dónde obtiene el título con la tesis Alguien / Algún Lugar. Reflexiona sobre la relación entre técnica y arte; y sobre la experiencia de lugar en las ciudades contemporáneas mediante la experimentación con múltiples medios, que van desde el dibujo a la instalación. Realiza trabajos pictóricos / visuales con énfasis en el (medio) ambiente, paisaje y problemas urbanos, representación y percepción. Desde el año 2012 se vincula como profesor asociado del Departamento de Artes y Humanidades de la Facultad de Ciencias Humanas y Artes de la Universidad del Tolima. Vive y trabaja en Ibagué, Tolima, Colombia.