Ambientes distópicos: Sumisión

No es mucho lo que se puede decir cuando, por alguna razón, se muestra ese estado perverso –por no decir estúpido-, donde se notan las relaciones asimétricas de poder entre personas, entre países. Quizás, sólo se pueda percibir vergüenza, en especial, esa sensación de vergüenza ajena que se siente cuando alguien hace maromas para no quedar en ridículo.

No nos debe parecer extraño en un país como el nuestro, que aún existan gobernantes que se plieguen a los dictados de otros. Muchos de ellos, pareciera que aún les falta construir un poco el criterio que les permita reconocer, que en este mundo globalizado, las estrategias geopolíticas están mutando y que, ya no basta con seguir la relación consetudinaria de décadas pasadas, donde esos países llamados “subdesarrollados” intentaban arañar un poco de atención de los países “desarrollados” para que nos dieran –son los datos y hay que darlos- esas fórmulas “mágicas” que nos sacarían de nuestro “atraso”.

Ampliar nuestra visión y reconocer los ejes de acumulación con los cuales se mueven los flujos de información, es lo que habría que hacer, para determinar si vale la pena entrar en esos circuitos unidireccionales de aprobación, en los cuales sólo se espera obtener la deferencia de un “mayor”, de esa figura paterna –y sí es autoritaria mejor- que permita tramitar nuestros problemas y nuestras emociones: seguimos presentándonos como unos infantes que ni siquiera hemos llegado a la adolescencia.

Por eso no faltan la voces altaneras –“es un buen tipo (…) pero no ha hecho nada”- que recuerdan que en otros países también son dirigidos por egocéntricos narcisistas que olvidan que ya somos globales y, precisamente por eso, ya no vale la pena dirigir nuestros impulsos sumisos a validar un discurso anacrónico que lucha infructuosa por detener la inacabable inundación de sicotropicos, por mantener el uso y abuso de recursos no renovables, por evitar a toda costa, el cambio de dirección que ya se asoma en nuestro mundo occidental.

La globalización es la que dirige el rumbo de nuestras decisiones, y para ello no es más que ver la explosión que puede suceder en Europa sí el Reino Unido sale sin acuerdo alguno de la Unión Europea, o las implicaciones de la guerra comercial que se presenta entre los pretenciosos Estados Unidos de América, China y Rusia en estos países “en vía de desarrollo”.

Los niveles de sumisión que todavía arrastramos, no nos dejan actuar con suficiente madurez para determinar cuál es el rumbo que queremos dar a nuestras vidas. Caemos irremediablemente en la mediocridad que “adapta” sin la mayor revisión –en el mejor de los casos-, políticas externas, pensadas y desarrolladas en otros contextos, sólo para mostrarnos como progresistas y adelantados, a la vanguardia de las ideas; o en la estulticia irreverente de hacer lo que en otros lados (¿de la historia?) ya dejaron de hacer por peligroso.

Es idiota seguir insistiendo en soluciones agotadas cuya ineficacia ya se ha mostrado en muchas oportunidades. Es necio no ver que ya tenemos las herramientas necesarias para generar nuestros propios beneficios y construir las alianzas –pero no esas que buscan todavía, ¡todavía!, el progreso- que nos permitan estar en comunidad con otros, y principalmente, que nos permitan un buen vivir, como lo piensan comunidades indígenas de América Latina.

¿Será que en algún momento podemos llegar a encontrar titulares tipo: “Duque critica a Trump por no frenar el consumo de drogas”? Vivir para contarlo.

*Publicado originalmente en http://lapipa.co/ el O4 ABR 2019

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Acerca de Oscarabajo

Oscar Ayala inicia su trabajo en las artes en la Dirección Cultural Artística de Santander – DICAS. En 1998 se traslada a la ciudad de Bogotá D.C. para continuar sus estudios en la Escuela de Artes Plásticas de la Universidad Nacional de Colombia, dónde obtiene el título de grado de Maestro en Artes Plásticas con la obra Transurbano. Para el año 2007 realiza un viaje a la ciudad de Curitiba, PR, Brasil que le permite proponer un proyecto para la Maestría en Artes Plásticas y Visuales de la Universidad Nacional de Colombia, dónde obtiene el título con la tesis Alguien / Algún Lugar. Reflexiona sobre la relación entre técnica y arte; y sobre la experiencia de lugar en las ciudades contemporáneas mediante la experimentación con múltiples medios, que van desde el dibujo a la instalación. Realiza trabajos pictóricos / visuales con énfasis en el (medio) ambiente, paisaje y problemas urbanos, representación y percepción. Desde el año 2012 se vincula como profesor asociado del Departamento de Artes y Humanidades de la Facultad de Ciencias Humanas y Artes de la Universidad del Tolima. Vive y trabaja en Ibagué, Tolima, Colombia.