Ambientes distópicos: Terror

¡Esperan la noche para disparar! Esperan esa oscuridad cómplice, que desconoce y desaparece, para alzar la vejación al rango de lo normal. Esperan así, agazapados, instaurar esa dictadura con la que han soñado, pacientemente, desde que se parapetaban en esas ideas de “seguridad democrática”.

Pensar en voz alta sobre lo que subyace en este país, no puede ser de otra manera que expresar con amargura, la triste desesperanza que se suma sobre cada pedazo de Colombia. Están desangrando, ¡nos están desangrando! Ya no podremos seguir soportando la serie de acciones tanato-discursivas que continúan separando con rudeza, la poca estabilidad que teníamos.

Por eso gritamos con furia y ahogo la injustica que supera nuestra compresión para ver si quizás así, reorganizamos lo que está ahora fuera de juicio. Pero, la tanatología de partidos nos sanciona y condena con un confuso vacío semántico, imponiendo eufemismos para instaurar el nuevo orden al que aspira: pérdida de libertades civiles, esclavitud, desaparición, destrucción.

Con arrogancia, señalan con una indicación sin rostro, quién es el que sigue en esta sentencia sumaria de muerte: “¿quién dio la orden?”. Esos que se llaman a sí mismos “ciudadanos de bien” (¿?) son los que quieren, “democráticamente”, denostar pueblos – “plomo es lo que hay, plomo es lo que viene” – para controlar a su antojo, ese terror que los emociona y los invita a cazar a esos “otros”, los “incorregibles”, los “disipados”, los “vándalos”.

Ahora no sobran los pretextos. Cualquiera será, es, un blanco del terror. Cada noche se cierra la tragedia. Los gritos desesperados no dan abasto para denunciar la matanza que siempre ha estado en los campos y ahora se ha tomado las ciudades. Estamos en un lugar extremo que hará que ánimos exacerbados sigan proponiendo un camino sin retorno, de un país sin porvenir. Y, con desazón, se ve que se cumplen las profecías del autoritarismo: gritan con mas fuerza las voces alineadas, acallan con dureza las voces disidentes. Negarán sin sonrojo la voz que llama a una cordura que no es la de ellos.

El extremo más cruel del espectro político está copando nuestros sueños. Nos sumamos a ese rastro de autoritarismos y dictaduras que están asolando a todo el planeta. Comenzará un nuevo ciclo mundial de opresión, aupado por ansias económicas y teorías de la conspiración. Son esos modelos los que construirán nuevos significados déspotas a las palabras que teníamos. En ese nuevo lenguaje, la libertad dejará de ser libertad, la vida se hará terror.

Después de décadas de matanzas sistemáticas, de destierros y exterminios rurales, hemos llegado, una vez más, a la expresión máxima de lo que se ha cultivado: ser un estado “democráticamente” (para)militar. Estaremos aislados, asolados, trastornados, temblando con fuerza esperando no morir en el intento de impedir la barbarie.

No ha cesado la horrible noche. Envueltos aún en terror, ¡el clamor sigue en las gargantas! #SOSColombia #ColombiaSOS #SOSColombiaDDHH

*Publicado originalmente En Uso de Nuestra Facultades el 6 MAY 2021

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Acerca de Oscarabajo

Oscar Ayala inicia su trabajo en las artes en la Dirección Cultural Artística de Santander – DICAS. En 1998 se traslada a la ciudad de Bogotá D.C. para continuar sus estudios en la Escuela de Artes Plásticas de la Universidad Nacional de Colombia, dónde obtiene el título de grado de Maestro en Artes Plásticas con la obra Transurbano. Para el año 2007 realiza un viaje a la ciudad de Curitiba, PR, Brasil que le permite proponer un proyecto para la Maestría en Artes Plásticas y Visuales de la Universidad Nacional de Colombia, dónde obtiene el título con la tesis Alguien / Algún Lugar. Reflexiona sobre la relación entre técnica y arte; y sobre la experiencia de lugar en las ciudades contemporáneas mediante la experimentación con múltiples medios, que van desde el dibujo a la instalación. Realiza trabajos pictóricos / visuales con énfasis en el (medio) ambiente, paisaje y problemas urbanos, representación y percepción. Desde el año 2012 se vincula como profesor asociado del Departamento de Artes y Humanidades de la Facultad de Ciencias Humanas y Artes de la Universidad del Tolima. Vive y trabaja en Ibagué, Tolima, Colombia.