Jueves
Después de tantos años de escribir en estos cuadernos he empezado a preguntarme en qué tiempo de verbo hay que situar los acontecimientos. Un diario registra los hechos mientras suceden, no los recuerda, ni los organiza narrativamente. Tiende al lenguaje privado, al idiolecto. Por eso cuando uno lee un diario, encuentra bloques de existencia, siempre en presente, y sólo la lectura permite reconstruir la historia que se despliega invisible a lo largo de los años. Pero los diarios aspiran al relato y en ese sentido están escritos para ser leídos (aunque nadie los lea).
[Texto encontrado en un exposición en el Círculo de Bellas Artes de Madrid. No recuerdo el nombre de quién lo escribió, pero es alguien muy conocido en el círculo de escritores españoles (Tal vez es Javier Marías)]