El término medio se ha consolidado con el pasar de las décadas como el principal descriptor de los procesos técnicos que se presentan en las artes. Con él se hace referencia no sólo a los aspectos netamente materiales que lo conforman, sino a las capacidades extensivas de comunicar y expresarse que tienen estas materialidades en su presentación, esto es, de mediar entre el artista y el espectador.

Dibujo, pintura, escultura, grabado, fotografía, video, instalación, performance; el encuentro de estos medios con las manifestaciones de la electrónica, la computación y la Internet; como también la literatura, la música o el teatro, son medios[1] con los que el arte cuenta para mostrar su comprensión y análisis de aspectos del mundo y de la realidad que circula entre nosotros.

Sin embargo, la capacidad de mediación de estos medios para aportar ideas a los procesos de creación e influir con su sintaxis en los cambios ingentes que se producen por la aceleración —eléctrica— (McLuhan, 1996) en la que nos encontramos, se han visto menguados por la exultación de uno de los componentes que se encuentran en un medio: el mensaje o su contenido. La primacía del mensaje sobre otros componentes de los medios —entre ellos el medio mismo— conlleva a resaltar con insana atención la representación que se exhibe con destreza hiper(masificada) en cada uno de los encuentros imaginativos que tenemos entre nosotros (como espectadores/as). Esta condición hace que, en el caso de los medios del arte —aunque no exclusivamente en ellos—, estos pierdan profundidad mostrándose como una superficie en la que todo rasgo perceptible tridimensional ha desaparecido: estamos percibiendo —reiterativamente— imaginaciones que se comportan y actúan unidimensionalmente.

La instrumentalización de la representación conducida por los medios ha vaciado la orientación (Ahmed, 2019) que, desde el arte, se debe potenciar para tener una comprensión completa, tridimensional, del intercambio entre una obra de arte —mediada por un medio de las artes— y un/a espectador/a. Es en este punto de la ecuación que el proyecto Estereomedio: atravesar los medios del arte pondrá su atención para considerar (“nuevamente”), en un paulatino pero consistente trabajo metodológico, que la interacción perceptible que se muestra en las obras de arte no debe ser unidimensional, sino que deben traer a la presencia la completud del ejercicio perceptivo que hacemos diariamente. Los medios del arte deben orientar sus esfuerzos para que haya una unión firme –una fuerza fuerte– entre su medial-idad (materia-forma) y su conceptual-idad (materia-idea) y así conjugar un medio que agrupe la solidez (estéreo) y presentación tridimensional (estéreo) de la condición representativa del arte.


[1] Los medios artísticos han atravesado múltiples categorizaciones que indican diferentes estrategias que se han seguido para comprenderlos. Es por eso que se pasado de la denominación Bellas Artes a denominaciones como artes plásticas, artes plásticas y visuales, artes visuales, artes audiovisuales, entre otras, para reconocer la visualidad de medios como la fotografía, el cine, la instalación y más recientemente, los denominados “nuevos medios”, que se sumaron a los tradicionales pintura, dibujo, escultura o grabado en la ampliación comprensiva de operaciones representativas del arte. Sin embargo, es necesario resaltar que en la propuesta que define este proyecto, se quiere centrar la atención, principalmente, en las mediaciones contenidas en las artes plásticas, para a partir de ellas, analizar las relaciones de conceptos y medios, siguiendo los planteamientos consignados en este documento.

Referencias

Ahmed, Sara. (2019) [2006]. Fenomenología queer: orientaciones, objetos, otros. Ediciones Bellaterra.

McLuhan, Marshall. (1996). Comprender los medios de comunicación. Las extensiones del cuerpo humano. Editorial Paidós.

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