Un escrito plástico

No es un buen día para leer. No es un buen día para pensar. No es un buen día para escribir. Tengo sueño, y mucho. Es normal tener sueño. Es normal no tenerlo. Cada día se acumula el peso en los ojos, y se está en “modo de protección de pantalla”. Así es fácil estar y pasar desapercibido. Como en las clases de historia del arte, donde pasaba ratos enteros en busca de las imágenes que escuchaba en lenguas. Aprendía mucho. Chipi chipi bom bom. La antenas me trasmite lo que decir. Un aprendizaje por ósmosis, como debe ser todo lo que uno aprende. Sólo poner “play” y ya está. A la forma de Matrix: cargar el programa, ejecutarlo y estar listo para hacer lo que nunca se ha hecho. Se puede decir que es el conocimiento parasimpático. ¿Alguna vez has hecho algo por intuición? Como tratar de recoger algo que se esta cayendo pero que no se ha caído. En algún momento creo haberlo hecho, pero sé que en ese momento estaba pasando por una especie de lapsus idiomático. Así que no me puedo responsabilizar de mis actos. De hecho, nadie se responsabiliza de sus actos. Lo que conocemos como reglas sociales, corresponden a un estado preferente de locura colectiva, en donde se privilegian las manifestaciones singulares de la experiencia mediática, análoga o digital, la que mas se prefiera. Quiero una picadora de papel y tener la cabeza caída sobre mi hombro derecho todo el tiempo. Eso puede ser una manifestación de la expresión mediática. También lo puede ser escribir de derecha a izquierda en mi cuaderno de apuntes, o ponerme la ropa al contrario para hacer pensar que se está caminando hacia el otro sentido. En alguna oportunidad vi una chica con dos cabezas. En una de ellas tenía un elegante peinado. En la otra, se le notaba problemas de alopecia. Todo esto enriquece y da valor a mis pasos por una ciudad, y me avisa en que momento detenerme, observar y seguir cuidadosamente, saltantando el hueco, la imperfección de la calle. No es lo mismo en la ciudad pequeña. Las posibilidades de manifestaciones singulares se reducen casi al mínimo. El menor gesto de inconsistencia es señal de alarma y de preocupación. Se establece el discurso de lo furtivo, de la apariencia y del hacer todo en “modo de protección de pantalla”. Modo de protección de pantalla, pero continuando con nombre de usuario y contraseña. Por eso me gusta la imperfección de la calle. El salto hacia el cambio del menor indicio de estabilidad. Pero esto sólo sucede en las calles de las ciudades de este lado del charco. En donde la paranoia es el estado normal del relación. En donde siempre se piensa en el daño que se va a tener si la exposición es larga y continua. Y en donde, si se da papaya, todo lo que es siempre temido, se vuelve realidad. Así es que no hay que quedarse dormido, de pronto, le rompen sus bolsillos para obtener un botín.