Y creo que esta entrada va a ser escrita en varias etapas, pues con tanto tiempo que se tiene para aplazar las diversas y diferentes tareas, escribir por etapas es una estrategia para que el resumen de lecturas hechas en Bucaramanga, no tome mas tiempo del que debe tomar. Así, que de a pocos, voy a dar mis ideas sobre los libros que me acompañaron en los días de receso, de sol y demás de la bella villa de Bucaramanga. Empiezo.
1. Evelio Rosero. Mateo solo ::: Siempre empiezo a leer antes del inicio de las vacaciones, y esta vez no fue la excepción. La decisión de leer a Evelio Rosero vino de un comentario de Angélica Blandón en Soho. Después recordé (cuando estaba organizando mis libros para una mudanza) que ya había leído un cuento de Rosero. Mateo solo es la opera prima de Evelio Rosero. Algunas veces, casi siempre, se me da por organizar las cosas en un orden tan estricto, que inicié la lectura de Rosero con esta novela, la primera de una triología llamada Primera vez. Creo que me sorprendió mucho encontrarme con un narración tan sencilla y compleja a la vez, y pensada desde la voz de lo que se puede pensar en la infancia. Mateo solo es un libro breve que se lee en casi una sentada. Eso sí, un poco sorprendente encontrarse con esa situación dura en el entorno de Mateo. Creo que lo tratado por Rosero en este libro, es uno de sus temas (y esto lo pensé cuando recordé el cuento olvidado en mi biblioteca). Con Mateo solo recordé ese mundo de la infancia que nos ha acompañado, que nos ha formado y que, infantilmente, olvidamos tan pronto cuando llegamos a ser adultos adulteros.
2. Evelio Rosero. Juliana los mira ::: Después de terminar la lectura de Mateo solo seguí con este segundo libro de Evelio Rosero y que hace parte de una triología que termina con El incendiado. Disfruté mucho más la lectura de este libro, pues el trabajo que se inicia en la opera prima se desarrolla con maestría en este segundo libro. Recuerdo mucho que me quedaba pensando, siguiendo lo pensando por el personaje de Juliana, en que era lo que yo pensaba y fabulaba cuando andaba de pequeño, y en como era mis diálogos con los otros niños y con los adultos. Creo que Rosero logra con maestría hacernos entrar en esa época trémula, atropellada, en donde uno se da por enterado en como es que va el mundo y como es que eso que, tan misteriosamente hacen y tratan de esconder los adultos, es develado y atravesado por el pensamiento y la astucia infantil. Creo que cuando niños es que se hacen los mayores intentos de hacer teoría, y que se construyen para develar lo que se nos es ocultado. Y es por eso que Juliana los mira.
3. Ricardo Menéndez Salmón. Derrumbe ::: Y esta es la segunda novela de la llamada ‘triología del mal’. (Y me están gustando eso de leer en triologías. Será por eso que también me gusta pensar algunos de mis proyectos y casi la totalidad de mis clases en triadas. No sé si con esto esté buscando una trinidad mágica, mística, como la que hace la Santísima Trinidad). Saltando de narrador, me encuentro con una historia de policías buscando esclarecer una serie de crímenes y de personas que buscan instaurar el mal como elemento creador de pensamientos reflexivos sobre lo que se encuentra en la sociedad. Creo que me atrapa entender, también, ese breve salto que uno puede dar para estar en la raíces del mal, pues creo que en cualquier momento cada uno puede iniciar un recorrido por los límites que dividen la frágil línea de la vida y muerte, del estar y no estar, del ser y el no ser. Son esas breves decisiones que pueden convertirse en malas acciones, que pueden convertirse en una caja de pandora. Recuerdo ahora la película de Terrence Malick ‘El árbol de la vida‘ y cuando el hijo encuentra las palabras de maldad para su padre. Estaré atento para continuar pensando esta idea del mal con la siguiente novela de la triología, El Corrector.
4. John Berger. Aquí nos vemos ::: Había trabajado el libro de Berger ‘Modos de ver’ y me atrajo leer el trabajo de escritor de este artista que ha desarrollado su trabajo sobre la visualidad. A pesar que me encontré con un libro con errores de edición -varias páginas sin imprimir- disfruté mucho este texto, en dónde a partir de relatos que se construyen de lugares (esos lugares que nos dicen: aquí nos vemos) se hace un recorrido por momentos especiales de su historia de vida. (Bueno, también puede ser una ficción de su historia de vida). Donde fabulación y recuerdo se unen para ayudar a organizar y dar un consejo sobre lo que es estar pensando y haciendo parte de este mundo. Mundo que también es nuestro. El consejo que aconseja para seguir un camino, para revisar sobre lo que está hecho nuestro recuerdo. Buscaré pues, más novelas de Berger, para seguir su línea de pensamiento. Pero por lo pronto, unas citas:
- Sólo podemos dar lo que ya hemos dado. Sólo podemos dar lo que es del otro. (Pág. 68)
- Compartíamos tácitamente la idea de que, en parte, uno aprende o trata de aprender a vivir en los libros. El aprendizaje empieza mirando el primer abecedario ilustrado y no acaba hasta el día que morimos. (Pág. 84-85)
- Los números tenían que tener estilo. Había que ganarse al público al menos dos veces cada noche. Y para hacer esto, la imparable secuencia de gags tenía que conducir a algo más misterioso: la propuesta, conspirativa e irreverente, de que la vida misma era un número cómico. (Pág. 86).
- Siempre he opinado que el estilo es el resultado de una serie de talentos. Un solo talento, por grande que sea, no produce estilo. ¿Me he tomado pastilla? Estoy hablando demasiado. (Pág. 108)
- La vida depende de encontrar dónde esconderse. Todo se oculta. Lo que ha desaparecido está escondido. Una ausencia -como sucede en el caso de los muertos- se siente siempre como una pérdida, pero no como un abandono. Los muertos están escondidos en otra parte. (Pág. 131)
- Ella también fuma -el cigarrillo inserto en una larga boquilla- como una forma de ralentizar el proceso de empeoramiento constante de las cosas. Pero al ser mayor que él -y probablemente su madre-, confía en que no vivirá para ver llegar a ver lo peor. (Pág. 136)
- ¿Por qué el aullido, entoces? El estilo sale de dentro, pero su convicción es prestada; tiene que tomarla de otra época para depositarla en el presente, y a cambio del préstamo dejarle algo en prenda a esa otra época. El apasionado presente es invariablemente demasio corto para el estilo. (Pág. 156)
5. Juan Gabriel Vásquez. El ruido de las cosas al caer ::: Mis primeras referencias a Juan Gabriel Vásquez fue a través de su columna semanal en El Espectador. Desde esa lectura semanal me fue gustado la forma de escribir y la opinión de este escritor, tan contemporáneo a mí. Después fue que apareció esta novela, el premio Alfaguara y la avalancha de comentarios que siguieron. Pero no fue en ese momento que leí la novela. De hecho, esperé un poco más. De la novela, me atraía mucho el nombre. Pensaba que era una buena idea para una teoría, como para una teoría de la imagen. De hecho, el título de la novela, se me hace una idea de lo más poderosa y productora. La decisión de poner la novela en la canasta de lecturas de este receso, fue por los comentarios que, desde diferentes partes me llegaban de la novela. Comprada y puesta en la lista de lecturas, me sorprendí con un libro de gran potencia narrativa, que me fue llevando por una época convulsa de la historia de este convulso país. De ese país en el que la idea del terror era la más importante para hacerse escuchar, en dónde (yo estaba fuera de los centros de atención) estar en una expectativa de defensa era la mejor estrategia para no caer bajo el espiral de rencores, que se pagaban con la destrucción de todo lo que rodeaba a un amenazado. Era una época donde no se debía dejar historia, dónde todo debía ser borrado. Y de ahí, este país convulso se volvió más convulso, y el terror no deja aún de sorprendernos. De esa época recuerdo solo los breves comentarios que hacíamos con mis compañeros de colegio y las llamadas a los familiares en Bogotá cada vez que se sucedía una bomba. Lo otro es pensar como en la novela, que nuestras vidas se cruzan sólo por estar en un mismo espacio y tiempo. Que compartimos un destino por estar bajo unas mismas circunstancias. Y para nosotros, esas circunstancias, de este tiempo que corre presente bajo nosotros, están en una hacienda que tiene (tuvo) como nombre ‘Napoles’.
- (Y me digo al mismo tiempo que somos pésimos jueces del momento presente, tal vez porque el presente no existe en realidad: todo es recuerdo, esta frase que acabo de escribir ya es recuerdo, es recuerdo esta palabra que usted, lector, acaba de leer). (Pág. 23)
- Bogotá, como todas las capitales latinoamericanas, es una ciudad móvil y cambiante, un elemento inestable de siete u ocho millones de habitantes: aquí uno cierra los ojos demasiado tiempo y puede muy bien que al abrirlos se encuentre rodeado de otro mundo (la ferretería donde ayer vendían sombreros de fieltro, el chance donde despachaba una zapatero remendón), como si la ciudad entera fuera el plató de uno de esos programas bromistas donde la víctima va al baño del restaurante y regresa no a un restaurante, sino al cuarto de un hotel. (Pág. 70-71)
- Hablaron de todo menos de ellos mismos. Estaban desnudos, Ricardo dejaba que su mano se paseara por el vientre de Elaine, que sus dedos peinaran sus vellos lacios, y hablaban de intenciones y proyectos, convencidos, como sólo pueden estarlo los amantes nuevos, de que decir lo que uno quiere es lo mismo que decir quién es. (Pág. 153)
6. Haruki Murakami. 1Q84. Libro 3 ::: Y con este tomo termino la saga de lectura que empecé en las vacaciones pasadas. (Si ven: esta historia también se compone de tres libros. Todo es un mundo triádico) Ahora si pude darle orden a todos los vericuetos que se armaban en los otros libros. Y con este libro, volví a recordar el gusto de leer a Murakami. (Bueno, puede ser como dicen por ahí que uno definitivamente tiene que ser un fan de Murakami cuando lee a Murakami). Y con este libro terminé pensando que lo que se debe hacer ahora, es buscar para encontrar el momento en que nos desarticulamos y perdimos eso, que puede decirse como ‘el momento en que ya no somos lo que fuimos’. Pero en esta búsqueda hay que, necesariamente, dejar casi que todo para volver otra vez a encontar, quizá, eso que decidimos que fuera ‘lo que fuimos’. Estas realidades que se funden en lo que nosotros decidimos como real, es lo que fantásticamente, fantasmagoricamente funde Murakami en sus libros. Pienso, como lo hablamos que días con una compañera (un saludo Andrea), que quizá, muchos de estos personajes, ni siquiera sean de esencia humana. Y por qué no, eso que decimos que somos, que nos permite buscar ‘algo’, no es sino la búsqueda de lo que supuestamente somos, que no fuimos y que siempre creemos perdido.
- Los seres humanos, en su mayoría, eran incapaces de pensar por sí mismos: ésa era una de las ‘verdades más preciadas’ que había aprendido. Y quien no pensaba, no sabía escuchar a los demás. (Pág. 134)
- Algo más aprendió: que lo subjetivo y lo objetivo no son tan fáciles de discernir como suele pensarse y, dado que los separa una frontera muy sutil, pasar deliberadamente de uno a otro no es una operación tan complicada. (Pág. 177)/li>
- -Por supuesto, todos los actos de cualquier persona entrañan a fin de cuentas algún significado -aclaró Komatsu-. Pero, en el caso de Fukaeri, es un significado más profundo. Es algo que sólo tiene ella, algo insólito. Por consiguiente, debemos comprender con certeza todo lo que la atañe. (Pág. 211)
- -Sin pautas no podríamos vivir. Es como el tema que estructura una pieza musical. Pero las pautas también encauzan nuestros pensamientos y conductas, y limitan nuestra libertad. Modifican nuestras prioridades y nuestra lógica. Por ejemplo, tú, pese a la situación en la que te encuentras, me dices que no quieres moverte del sitio en que estás. Te niegas a mudarte a un lugar más seguro, al menos hasta que acabe el año. La razón es que buscas algo. Hasta que no lo encuentres, no te iras. O no querrás irte. (Pág. 235)
7. Jonathan Frazen. Libertad ::: Y esta si fue una maratónica lectura. 667 páginas de su edición en español de Salamandra, que me llevaron a terminar de leer hasta bien entrado el nuevo semestre. Frazen apareció a través de los blogs literarios que sigo. Estos comentarios que leía sobre su trabajo me llevaron a incluirlo en esta secuencia de lecturas. Y vaya que si es una secuencia. Un recorrido por la historia de una familia, de sus pensamientos y motivaciones, de su idea de lo que es ‘ser’ americano. Frustraciones, insatisfacciones. devaneos, emociones. El pasar del tiempo y el cambiar esas líneas que marcan nuestro pensamiento, como el pasar de una facción política a otra, como el determinarse por lo que se ha hecho. Esta lectura me recordó de un miniseriado italiano que vi, en dónde también se pasaba por la historia de una familia: La meglio gioventù. Aunque después termino con el escozor del paso del tiempo sobre mi cuerpo, disfruto estos recorridos sobre ese tiempo (familiar) que siempre está en transformación infinita. Ese tiempo en donde unos nacen, otros mueren. Ese tiempo donde las ideas se forman, se consolidan y se actuan.
Y estas fueron las lecturas del tiempo de receso. Por ahora, estoy armando las lecturas para el próximo tiempo de receso. La lista va por Junot, Calasso, Alape, Molano, Restrepo y otro libro de Juan Gabriel Vásquez y otro libro de Menéndez Salmón.
Eso.