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Paisajes, no más que paisajes

“¡¿Le lavo el carro, Mono?!”. Así solía despedirse Julio después que me dio por comprarme un aparato de esos. También, solía decirme “Llegó el jesucristo santandereano” (tenía el cabello largo y una barba algo descuidada), cuando nos encontrábamos en las terrazas de artes para orientar algunas de las clases que hacíamos juntos o cuando pasaba a saludarlo y charlar sobre pintura -la pasión que nos unió-, sobre los vericuetos de la enseñanza del arte, sobre el Programa, sobre la vida. Siempre alegre, siempre vital.

Conocí a Cuitiva Riveros cuando comencé a hacer clases de Pintura en la Universidad del Tolima. Atento a lo que sucedía en el Programa, no tardó en buscar referencias por ese profesor que se acercaba a enseñar uno de los medios en los que su imaginación se henchía de luz y color. Supo los interrogantes con los que interpelaba a los estudiantes, y con esas ideas, se fueron dando las conversaciones de colegas, de pintores, que se organizaron y consolidaron en un curso de pintura, Pintura 4, que orientamos juntos por casi 7 años.

El diálogo fue ganando en profundidad con cada semestre que poníamos a prueba nuestra pasión pictórica. La pintura nos llevó a proponer y articular estrategias que se complementaron en la potencia de los trabajos finales, que semestre a semestre, presentaban los estudiantes que se acercaban a conocer más, eso que se hacía con pinceles, pigmentos y soportes.

Y fue, en ese primer semestre en que iniciamos ese curso, que se selló nuestra complicidad.

Después sólo fue los ires y venires, miradas atentas, palabras certeras, análisis transformadores, el grupo de estudio -esa Pintura Sin Título-. La pintura nos recordó que nunca se debe decir nunca, que el arte nunca muere, y que sólo con su fuerza, se puede seguir diciendo, haciendo, conectando, esos mundos ocultos que están dentro de cada uno y que buscan un camino para su representación y exposición.

Para Julio, la fuerza del arte fue la pintura. Con ella pudo seguir en el ejercicio docente, aún cuando una parte de su cuerpo (¡ay!, los humores) quisiera hacerlo desistir: era absolutamente poderoso encontrarlo en el aula, verlo llevar pasión en cada una de sus palabras, en cada uno de sus gestos, en cada una de sus indicaciones. Cada clase de Julio, con Julio, era un aprendizaje siempre alegre, siempre vital. Así fue y así siempre será. Una vitalidad como la que Julio me enseñó nunca fenecerá y estará contenida -lo está, lo sé- en cada una de sus pinturas. Es sólo verlas para estar, para conocer, para saberse vital.

Ahora, quedan muchas cosas por hacer. Faltó terminar esa idea de hacer una gran pintura juntos. Faltó conversar sobre lo que iba a aprender en estos estudios que ahora estoy haciendo. Faltó visitar juntos -sólo para hablar de pintura, sólo para ver la fuerza del arte- el Thyssen-Bornemisza. Faltó preparar un nuevo semestre del curso de Pintura 4.

Con los amigos, como con el arte, siempre vamos a estar en deuda. Este es, en mi caso, el deber de la pintura. Pintar para vivir, para pensar, pintar para contener, para explotar la vitalidad de la vida.

Lo otro, son sólo paisajes, no más que paisajes. Y eso Julio, siempre lo supo.

Club de Lectura Uno

La maravillosa vida breve de Óscar Wao. Junot Díaz. 2016 (Primera reimpresión: abril 2017). Peguin Random House Grupo Editorial. 330 páginas.


Desde hace unos meses me uní a un club de lectura. Había escuchado mucho sobre ellos, pero nunca había participado en ninguno. Solamente había visto escenas en películas gringas donde sus personajes se reunían a comentar los libros que habían leído, pero sobre todo (o así lo pensaban los guionistas) a saldar sus resentimientos con otros participantes del club. En todo caso, eran asuntos fugaces.

La invitación al club (que se llama Constanza) llegó de parte de mi hermana (gracias Alba), que desde hace unos años se juntaron con unos amigos para leer y hablar sobre grandes libros de la literatura. Hasta ahora, van por 30 libros leídos. Yo aterricé en el libro 29, y siguiendo con los breves comentarios que solía hacer sobre las novelas leídas, presento aquí mis apreciaciones sobre el libro 29, que son asÍ:

De Junot Díaz había leído Los boysEn La maravillosa vida breve de Óscar Wao, me encontré nuevamente con un relato sobre migrantes, pero esta vez cargado con el relato de una de sus causas: la dictadura de Rafael Leónidas Trujillo en República Dominicana. Díaz, originario de la RD, se adentra en los abismos de la historia para construir un novela dónde a través de Óscar Wao, como personaje principal, y de toda su familia (la Inca, Belicia, Lola) -en una narración que va del presente al pasado y del pasado al presente-, se evidencian los sufrimientos, desventuras, contradicciones, amores y desamores de una generación de dominicanos que huyeron de la dictadura (la diáspora) para enfrentar el desarraigo en un país (Estados Unidos) que todavía no quiere ser el suyo. No es fácil enfrentarse al hecho de dejarlo todo para empezar de nuevo, de dejarlo todo sin posibilidad de llevarse nada, de dejarlo todo sólo para huir de una situación desesperada. (La migración interna en Colombia -el llamado desplazamiento forzado- sigue siendo un fenómeno muy oculto. Ahora con la migración masiva de venezolanos a casi todas las ciudades colombianas, se puede ver que nunca estamos exentos de enfrentar un éxodo similar por las fluctuaciones dramáticas, que se suceden a velocidades sorprendentes, en las decisiones económicas y políticas de cada pedazo de tierra que decidió llamarse un estado o país. Así lo hace ver Ai Weiwei en su película Marea Humana). 

Díaz, a través de una escritura que refleja los modos de expresión del habla, si se quiere urbana -y en este caso, de la urbanidad estadounidense construida con la mistura inevitable de las sonoridades del español, que hará aparecer con más fuerza una nueva lengua que por ahora llaman de espanglish-, nos muestra también los elementos que forzaron el pensamiento dominicano, influenciado -como en todo el continente americano- del simbolismo y de la religiosidad africanas, y que en el caso de la novela, lleva a cuestionar si toda nuestra existencia puede estar predestinada tanto al éxito como al fracaso. Pero más que eso, es una predestinación a la maldición: “Fukú americanus, mejor conocido como fukú -en términos generales, una maldición o condena de algún tipo: en particular, la Maldición y la Condena del Nuevo Mundo” (Pág. 13). Es como pensar que cada cosa que nos sucede, es algo que nos arrastra, inevitablemente a cumplir con designios que nosotros mismos nos hemos pactado, y de los cuales algunas veces no tenemos ni el menor conocimiento que lo hemos tomado. No es más que pensar que todo el maremágnun de dictaduras que aún se camuflan por todo el planeta, son sólo el resultado de una única maldición que se conjuró en el mismo instante que decidimos conquistar y colonizar pueblos y comunidades, en el momento en que pensamos que no existen ningún otro más que nosotros; o pensar que las vicisitudes por las que atraviesan nuestras familias están signadas por alguna decisión que desata la fuerza incontenible de los hechos.

Muchos problemas que ahora nos aquejan, no están por fuera de las distinciones que se crean por las desigualdades o malcomprensiones que, como sociedad nos hacemos para diferenciarnos los unos de los otros. Estereotipos, racismo, xenofobia, violencia contra las mujeres, pueden ser sólo estados de una misma maldición (fukú): el poder. Estamos arropados con una idea poderosa que nos permita decirle a cualquiera (sea ese cualquiera un país o una persona): ¡Usted no sabe quién soy yo!

Terminé el libro pensando que Díaz pudo compilar en 330 páginas una historia que hace un acertado reflejo de lo que nos sucede ahora, y que en unos años podamos reconocer mejor su aporte, como han dicho que han hecho otras novelas.

Para finalizar, una cita:

Nunca son los cambios que queremos los que cambian todo. (Pág. 63).






Lecturas Bucaramanga VII

Llevo un buen tiempo sin reseñar las novelas leídas. Lo que ha pasado es que el tiempo se ha disuelto tanto, que ahora el espacio para pensar se ha tornado más pausado. En estos últimos 16 meses (algunas novelas llevan un poco más de leídas) estas son las novelas que he leído:

1. Tomás González. La luz difícil ::: Leí esta novela por recomendación de un amigo (Gracias Rodrigo). En ese momento andaba buscando novelas cuyos protagonistas fueran pintores. Preparaba un curso que pintura y quería que los estudiantes se acercarán a este hacer desde relatos que mostrarán el pensamiento de los pintores. En esta novela, aunque el protagonista es un pintor, la historia no gira sobre sus pinturas sino sobre una difícil situación familiar. Por eso no incluí este libro dentro de las recomendaciones del curso que estaba organizando. No conocía a este escritor colombiano. (Dentro de las recomendaciones estaba también Barbazul de Kurt Vonnegut y Salvatierra de Pedro Mairal. Pude encontrar en ellas, relatos que muestran las complejidades que se encuentran en la pintura). Después de leer esta novela, fueron apareciendo en el radar, otras novelas más de este escritor. Espero agarrar otra, para continuar con ese maravilloso descubrir de los escritores colombianos.

González, Tomás. (2011). La luz difícil. Bogotá: Alfaguara.

2. Enrique Vila-Matas. Dublinesca ::: Había leído de Vila-Matas Dietario Voluble (que por diferentes razones no he terminado aún). Ahora no recuerdo muy bien como llegó este libro a mi haber, pero tuvo que ser en una feria o algo así. Con este libro terminé mas que atrapado con el universo de Vila-Matas (como se puede notar en la profusión de citas que extraigo). Personajes que aún después de estar recorriendo por el mundo, tienen mucho de encontrar y que siempre tiene que decir. Es una novela sobre un viaje y sobre el recuerdo de otra novela. Una suerte de homenaje o de inside a los escritores, a las historias y a la literatura, a los mitos. Espero seguir disfrutando por ahí, de a pocos, de la literatura de Vila-Matas.

  • También aquí, como sucedía en aquella película, se percibe la evidencia de que la inutilidad de cualquier intento de construir racionalmente el mundo exterior implica necesariamente la incapacidad de crear una identidad propia. (38).
  • Fue un momento
    un momento
    en el centro del mundo. (54)
  • “… lo mismo que esas personas que salen de viaje para ver con sus propios ojos una ciudad deseada, imaginándose que en una cosa real se puede saborear el encanto de lo soñado”. (55).
  • Este fragmento le recuerda una frase de Cortázar oída misteriosamente un día en el metro de París: “Un puente es un hombre cruzando el puente”. (57).
  • Personifica el clásico forastero. Tiene ciertas raíces judías como él. Es un extraño y un extranjero al mismo tiempo. (60).
  • Yo me contentaría sólo con vivir en Nueva York, pero llevando allí también una vida sencilla, en contacto siempre con la sedante ordinariez de lo cotidiano. (61).
  • Las mismas habilidades que se necesitan para escribir se necesitan para leer. (63).
  • Ya no sólo es que sean mucho más bonitas las inglesas, sino que ofrecen un espacio confortable y mejor pensado para relacionarse con la palabra, no como la francesas que son raras y pensadas para la impresentable estética pedante de silencio. (67).
  • Le intriga Nueva York y cuando piensa en esa ciudad siempre se acuerda de unas palabras del joven escritor y amigo Nietzky, que desde años tiene casa allí: “Vivo en la ciudad perfecta para disolver su identidad y reinventarse. En España, la movilidad es muy difícil: te marcan de por vida en la casilla que creen que te corresponde”. (68).
  • “La importancia de otro lugar”, se llamaba el poema de Larkin que hablaba de Irlanda y que durante mucho tiempo le gustó mucho. Lo recuerda muy bien. Allí el poeta inglés hablaba de que no se le permitía sentirse como un forastero en Inglaterra, su país. Y decía que, cuando estaba solo en Irlanda, puesto que no era su tierra, al menos allí veía que era posible ser forastero… (70).
  • Ya se sabe: las casualidades gobiernan la vida. (74).
  • … en realidad de poder dejar atrás todo lo que se cruzara en el camino, dejar constantemente todo atrás, se libre y móvil, sin frenarse nunca. (76).
  • – No, si ya se sabe -dice Ricardo-. Siempre aparece alguien que no e esperas para nada. (84).
  • Después de dos años de abstinencia, está confirmando una vieja sospecha: el mundo es muy aburrido o, lo que es lo mismo, lo que sucede en él carece de interés si no lo cuenta un buen escritor. (89).
  • Desde que tiene uso de razón oye decir que nos hallamos en un periodo de máxima crisis, en una transición catastrófica hacia una nueva cultura. Pero lo apocalíptico ha estado siempre, en todas la épocas. (105).
  • Cualquier crisis es sólo, en el fondo, la proyección de nuestra angustia existencial. Quizá nuestro único privilegio sea simplemente estar vivos y saber que vamos a morir todos juntos o por separado. (106).
  • Aunque hará bien en no olvidar que una persona sabia es aquella que monotoniza la existencia pues, entonces, cada pequeño incidente, si sabe leerlo literariamente, tiene, para ella carácter de maravilla. En realidad, no olvidarse nunca de esta posibilidad de monotonizar a conciencia su vida es la única o mejor solución que queda. (114).
  • … y luego le viene a la memoria aquella famosa descripción del fantasma que se encuentra en el Ulysses: ¿Qué es un fantasma? -preguntó Stephen-. Un hombre que se ha desvanecido hasta ser un impalpable, por muerte, por ausencia, por cambio de costumbres. (122).
  • Una relación íntima entre dos personas es un instrumento de tortura entre ellas, ya sean personas de distinto sexo o del mismo. (124).
  • Como futuro miembro de la Orden de Finnegans y supuesto buen conocedor de la obra de Joyce, sabe que el mundo funciona a través de insignificancias. (133).
  • Recuerda que anoche Celia, con marcada acento budista en sus palabras, le decía que siempre estamos tejiendo y entretejiendo en cada momento de nuestras vidas. Tejemos, le decía Celia, no sólo nuestras decisiones, sino también nuestros actos, nuestros sueños, nuestros estados de vigilia: de una forma perpetua tejemos un tapiz. Y en el centro del mismo, concluyó Celia, a veces llueve. (142).
  • Temas: Los de siempre. El pasado ya inalterable, el presente fugitivo, el inexistente futuro. (164).
  • “En lo que el hombre piensa se convierte”, recuerda que le decía su abuelo. (192).
  • Ya sabe que un fantasma pertenece a nuestra memoria, casi nunca llega de tierras lejanas o del espacio exterior. Es nuestro inquilino. (198).
  • …, porque en el fondo aquella historia estaba llena de brutales microacontencimientos, del mismo modo que, aunque a veces no no demos cuenta, también suceden muchas cosas en nuestra aparentemente lánguida vida cotidiana; una vida que parece plana, pero que de pronto se nos aparece cargada de grandes asuntos minúsculos y también de leves malestares graves. (241).
  • Riba ha leído en su vida lo suficiente como para saber que cuando tratamos de comprender la vida mental de otro hombre nos damos cuenta muy pronto de cuán incomprensibles, cambiantes y brumosos son los seres que comparten con nosotros el mundo. Es como si la soledad fuera una condición absoluta e insuperable de la existencia. (242).
  • Después de todo, pensó, la religión no sirve para nada, pero el sueño del cambio es muy religioso, siempre será más religioso que todas las religiones, quizá porque cuando se duerme se está más cerca de Dios… (249).

Vila-Matas, Enrique. (2011). Dublinesca. Barcelona: Random House Mondadori.

3. Haruki Murakami. After dark ::: Vuelvo a uno de mis escritores favoritos. Esta vez con este libro, estuve de nuevo dentro del universo narrativo de Murakami: situaciones inesperadas, fantásticas, con personajes que están en constante fuga de lo conocemos como realidad, saliendo o entrando de ella. Su lectura fue recordar los cuentos de Murakami, que había leído en Sauce ciego, mujer dormida. Este libro creo que está en medio de un cuento y una novela. Creo que hay algo que con Murakami no podemos olvidar: que nunca sabremos en que lugar de lo real nos encontramos. Es algo así:

  • La noche se ha acabado por fin. Aún falta mucho tiempo para que nos visiten de nuevo las tinieblas. (248).

Murakami, Haruki. (2010). After dark. Buenos Aires: Tusquets Editores.

4. Enrique Vila-Matas. Kassel no invita a la lógica ::: Caminando sin preocupación por la Librería del Fondo de Cultura Económica en Bogotá, un sábado por la mañana, haciendo tiempo de espera, me encontré con este maravillo libro de Vila-Matas. Visto de reojo, me dejé tentar inexorablemente y no dudé en comprarlo. De lejos se convirtió en un buen referente para seguir pensando y repensando, mejor, entrando en ese mundo que no es extraño para mí: el mundo del arte. En algunas ocasiones, he terminado recomendando este libro a amigos a los que el arte que se llama “contemporáneo” no es más que un amasijo de incomprensiones y de malformaciones de algún sentido “estético” que se terminó de condensar a mediados del siglo XX. Creo que Vila-Matas escribió este libro para, precisamente, “entrar” y entender el mundo del arte (¿contemporáneo?) que asombra, aterra y deja perdidos a casi todos. Me gustan estas apuestas por comprender. Muchos de los temores que como humanos tenemos a lo desconocido, son (in)comprensiones que aún no se han estabilizado y que buscan no perder la comodidad de los relatos tradicionales con los que nos contamos el mundo. Lo cierto es que, así como sucede en el arte, también sucede en otros aspectos de nuestras ideas humanas: estamos siempre temerosos de la muerte de los dioses, de la muerte de los relatos. Recuerdo unas palabras de Natalia Gutiérrez en una conferencia que se hiciera sobre la exposición de Mario Opazo en el Premio Luis Caballero del año 2009, Expulsión del paraísoEn ellas, Natalia Gutiérrez responde a una pregunta sobre como “entender” el arte diciendo que, para poder comprender cualquier obra de arte lo único que se tiene que hacer es describir lo que se está viendo. Y así es: para entender lo que nos pasa, tenemos que aprender, siempre, a describir. No dejen de leer esta fabulosa novela, para conectar con ese nuevo mundo que no queremos describir, que queremos dejar de lado como si ya no estuviera con nosotros. Entremos en el mundo del arte.

  • Cuanto más de vanguardia es un autor, menos puede permitirse caer bajo ese calificativo. (9).
  • Pero, a todo esto, ¿quiénes eran los vanguardistas? (15).
  • … pensaba poner toda su artillería pesada en la idea del desplazamiento, deseaba colocar a los artistas fuera de sus domicilios cerebrales habituales. (17).
  • Era evidente, leí en un periódico digital, que Kassel 2012 reproducía “esa condición posmoderna de lo sublime: el sentido de la propia infinitud ante una experiencia de lo desmesurado que apunta hacia lo que jamás aprehenderemos ni entenderemos”. (34).
  • No hay un buen viaje si éste no lleva incorporado al propio desplazamiento el infinito placer y la gran excitación que producen los grandes momentos de miedo, inherentes al propio viaje. (38).
  • Y soné que alguien me preguntaba de un modo insistente si no creía que el gusto tan moderno por el universo de las imágenes se alimentaba de una oscuro oposición al saber. (42).
  • … me había prohibido a mí mismo reírme sistemáticamente, como lo hacen tantos, de cierto arte de vanguardia que aspira a la originalidad. (46).
  • -¡Esto es tan contemporáneo! -exclamó. Se refería a que en el mundo estaba cada día más a la orden del día no saber nada acerca de todo aquello que era verdaderamente contemporáneo. (53).
  • Y cuando le preguntaban si se seguía innovando en el arte o se estaba repitiendo esquemas, ella contestaba: “En arte no se innova, eso ocurre en la industria. El arte ni es creativo ni es innovador. Eso dejémoslo para el mundo del zapato, de los coches, de la aeronáutica, es un vocabulario industrial. El arte hace, y ahí ta las compongas. Pero el arte, desde luego, ni innova ni crea”. (56).
  • Y me di cuenta de que ese arte de viaje andado facilitaba, entre otras cosas, la facultad de decir cosas sin pensarlas antes; las decía uno permitiendo que salieran literalmente volando de su boca. (58).
  • … Boston me habló de la convicción de Carolyn Christov-Bakarguiev de que con el arte se podía cambiar la realidad, aunque no forzar es cambio… (64).
  • Por ese y otros motivos, decidí centrarme en la brisa invisible. Y entonces, consciente de lo que significaba tomar ese camino, me pregunté por el autor de esa frase que decía que el hueco que la obra genial deja cuando quema lo que nos rodea será siempre un buen lugar para encender la pequeña luz propia. (67).
  • Se lo comenté a Boston y dijo que podría estar equivocado, sobre todo si no tenía en cuenta que Carolyn Christov-Bakargiev opinaba que en arte la confusión era un hecho verdaderamente maravilloso. (70).
  • … me había recordado a los filósofos de la escuela de Tlön que declararon que, por si los mortales aún todavía no lo sabíamos, era conveniente que supiéramos que ya había transcurrido todo el tiempo del mundo y nuestra vida apenas era el recuerdo o reflejo crespuscular, sin duda falseado y mutilado, de un proceso irrecuperable. (76).
  • Y confirmé por otra parte que, en efecto, la soledad era imposible porque estaba poblada de fantasmas. (92).
  • Su ideal filosófico fue la búsqueda de lucidez liberadora, de apertura de la conciencia y del mundo; no quería ofrecer la verdad, sino la veracidad, ejemplos y no razonamientos, motivos y no causas, fragmentos y no sistemas. (93).
  • Y me acordé de que, a mediados del XIX, ningún artista europeo ignoraba que, si quería prosperar, debía interesar a los intelectuales (la nueva clase), lo que provocó que la situación de la cultura se convirtiera en el tema más trataban los creadores y que el propósito exclusivo del arte pasara a ser el de sugerir e inspirar ideas. (98-99).
  • Y lo mismo, recuerdo, me ocurría con Manet, tan influenciado por Mallarmé, cuyo discípulo más importante puede que fuera -me atrevo a decir- Marcel Duchamp. Mallarmé le dijo a Manet: “No pintes el objeto en sí, sino el efecto que produce”. En esa frase se anunciaba el abandono moderno de la obra plana y el ascenso del concepto a un lugar preferente. (99).
  • Me acordé de Stanislaw Lem y de su Historia de la literatura bítica, con sus cinco volúmenes publicado en París. En ella, Stanislaw Lem, en su ficción sobre el futuro (en este caso ya sobre nuestro pasado), decía que a finales de los años ochenta del siglo XX, a partir de la decimoquinta binastía de ordenadores parlantes, se demostró que era una necesidad técnica dar a las máquinas periodos de reposo en los que éstas, libres de “instrucciones programadoras”, pudieran caer en un “balbuceo” y en “barajar a ciegas” y, gracias a esta actividad errática, ayudar precisamente a regenerar la capacidad de las máquinas. (105).
  • … cuando me pregunte si no sería que en el ámbito del terreno creativo nos encontrábamos en un periodo de reposo nacido de una necesidad técnica, un periodo del que los ingenios parlantes que en definitiva éramos todos saldríamos más reforzados. (106).
  • … lo que a la larga acababa demostrando lo complejo que era mantener el orden en un caos programado. (141).
  • … empecé a deslizarme peligrosamente hacia ese tormento sólo para mentes angustiadas que los franceses llaman “l’esprit de l’escalier” (el espíritu de la escalera), que consiste en encontrar demasiado tarde la réplica: pasar por ese momento en el que encuentras la respuesta, pero ésta ya no te sirve, porque estás ya bajando la escalera y la réplica ingeniosa deberías haberla dado antes, cuando estabas arriba. (144-145).
  • Cualquier actividad ligada a la vanguardia, suponiendo que la vanguardia aún existiera (lo que a medida que pasaban las horas ponía yo más en duda) no debía perder de vista nunca el lado político; un lado que requería que se tuviera en cuenta también que quizás nada nos sentaría mejor a nosotros, pobres mortales, que un día la vanguardia desapareciera, pero no de agotamiento, sino por lo contrario: porque, a través de una corriente invisible, se hubiera transformado en fuerte de energía absoluta y convertido ella misma en nuestra fascinante propia vida. (152).
  • Una vez más, volví a decirme que la escritura nacía de ese espíritu de la escalera y era en el fondo la historia de una larga venganza, el dilatado relato de cómo poner por escrito lo que en su momento deberíamos haber puesto en la vida. (155).
  • (“Cambiar tu vida del todo en dos días, sin importarte en absoluto lo que ha ocurrido antes, marcharte sin más. Después de todo, lo correcto es largarse”). (167).
  • Me acordé de que Chesterton decía que había una cosa que daba esplendor a cuanto existía, y era la ilusión de encontrar algo a la vuelta de la esquina.
    Tal vez era ese el deseo de que hubiera algo más lo que nos llevaba a buscar lo nuevo, a creer que existía algo que pudiera todavía ser distinto, no visto, especial, algo diferente a la vuelta de la esquina más inesperada; por eso algunos nos habíamos pasado toda la vida queriendo ser vanguardistas, pues era nuestra forma de creer que en el mundo, o tal vez más allá de él, más allá del pobre mundo, podía haber algo nunca visto. (170).
  • Eso me asustó porque me acordé de un dicho popular que dice que en el origen de los tiempos hubo un malentendido y éste será nuestra perdición. Y porque recordé también que todo lo que sucedía en el mundo lo causaban ese tipo de peligrosos equívocos. (178).
  • Aquí no se medita acerca de nada, ni siquiera sobre la figura del dormido, podría decir también el cartel sobre mi mesa.
    O bien (ésta sería la versión de Autre): Aquí se intenta en realidad ir hacia nada, literalmente hacia nada.
    O bien ésta: Cuando se duerme se está más cerca de Duchamp. (183).
  • Humboldt decía que de algún modo Artaud había comprendido que el único arte que podía interesar a los intelectuales era uno que celebrara la primacía de las ideas. Los artistas debían interesar a los intelectuales, la nueva clase. Por eso la situación de la cultura y de la historia de la cultura se había convertido en el tema del arte. (197).
  • Así que sentía que arruinar las ilusiones agoreras de tantos amigos instalados en el fin del arte, ese final que lamentablemente ellos confundían con el del mundo, asunto bien distinto. (198).
  • Luego le dije que en general la obra de arte -como ocurría en el cuarto oscuro de Sehgal- pasaba como la vida y la vida pasaba como arte. (211).
  • Un hecho, por banal que sea, es normalmente la consecuencia de otros que lo precedieron. (218).
  • … la idea que tenía Chus de que el arte era esencialmente pensamiento más que experiencia, lo que la llevaba a pensar que los artistas deberían tener un papel fundamental en nuestra sociedad, como también tendría que tenerlo la poesía, si es que arte y poesía no eran lo mismo. (235).
  • ¿Sabía que para mí en el tiempo uno sólo podía ser lo que era mientras que en el espacio se podía ser otra persona? (256).
  • El arte, pensé entonces, es algo que no está sucediendo. (260).

Vila-Matas, Enrique. (2014). Kassel no invita a la lógica. Barcelona: Editorial Seix Barral.

5. Chico Buarque. O irmâo alemão ::: Compré este libro en un corto viaje que hice a Brasil, junto con otros que están a la espera de ser leídos. Leyendo en el maravilloso mundo de la lengua portuguesa, me sumergí en una novela con agradables cambios de narración, construidos hábilmente por Buarque, y por una historia de búsqueda y encuentro de la historia familiar. Así, buscando es que podremos recordar de que estamos hechos. Pienso que por eso leo, para que me ayuden a recordar.

  • Os livros que lemos também nos leem /  Os livros veem em nossos olhos gritos e sussurros ocultos /  Os livros ouvem tudo o que tememos… (147).

Buarque, Chico. (2014). O irmão alemão. São Paulo: Companhia das Letras.

6. Alberto Fuguet. No ficción ::: Llevaba tiempo sin leer (ni encontrar) nada nuevo de Fuguet. En la última Feria del Libro de Bogotá me encontré con este libro, y por supuesto, lo compré de una, junto a la novela que ahora leo, Sudor. Debo reconocer que fue una lectura difícil, pues esta vez Fuguet hace un ejercicio, muy interesante, de narración, en la cuál se privilegia el diálogo: toda la novela es una conversación entre dos amigos. De ahí la dificultad, puesto que no había leído antes un libro que estuviera escrito así. Fuguet había realizado algunos aproximaciones a esta forma de narración en el libro Cortos. En No ficción, lleva esta idea hacia un nuevo nivel y por cierto, logra un buen resultado. De hecho, casi todas nuestras interacciones se basan en una conversación: en momentos de tensión, en silencios, en esperas, en sobre-entendimientos, en incomprensiones, en momentos de empatía. Siempre estaremos en busca de comprender quienes somos, que pensamos, con quienes nos juntamos.

Fuguet, Alberto. (2015). No ficción. Bogotá: Penguin Random House Grupo Editorial.

7. Haruki Murakami. Los años de peregrinación del chico sin color ::: Más de Murakami. Siempre más. Con las historias de Murakami aparecen varias envolturas que permiten viajar en su universo, lleno de misterio y de búsquedas, lleno de lo que, aparentemente, no tiene explicación. Bajo unos personajes que tienen en sus nombres relación con colores, se va entretejiendo esta historia en la que Tsukuru Tasaki deambula para reconstruir acontecimientos que le dejaron una profunda huella. Peregrina, sí, hasta que recupera el sentido que colorea nuestra existencia. Ahora que escribo esto, pienso que algunos de los libros que he leído últimamente están bajo este tono: el tono de la búsqueda.

  • -Los objetivos concretos simplifican la vida -sentenció Sara. (27).
  • -Aunque logres ocultar los recuerdos, o enterrarlos muy hondo, no puedes borrar la Historia -dijo Sara alzando la mirada hacia Tsukuru-. Más vale que te quede grabado: la Historia no puede borrarse ni alterarse. Porque significaría matarte a tí mismo. (41).
  • Los celos -por lo que Tsukuru coligió del sueño- son la prisión más desesperanzadora del mundo. Porque es una prisión en la que el preso se confina a sí mismo. Nadie lo mete a la fuerza. Uno entra por voluntad propia, cierra con llave desde dentro y lanza la llave por entre los barrotes. Y nadie en el mundo sabe que está ahí recluido. Naturalmente, si se decidiera a salir, podría hacerlo. Porque la prisión está en su interior. Pero no se decide. Su corazón se ha vuelto dura como un muro de piedra. Ésa es la esencia de los celos. (48).
  • En cualquier caso, así fue como se convirtió en esa persona llamada Tsukuru Tazaki. Antes de eso, no era nada; simplemente un caos primigenio sin nombre. Un pedazo de carne rosada que  no alcazaba los tres kilos, que a duras penas respiraba y berreaba en la oscuridad. Primero le dieron un nombre. Después surgió la conciencia y la memoria, y a continuación se formó el ego. El nombre fue el punto de partida de todo. (60).
  • -Nunca he esperado aprender esas cosas en la universidad. Sólo busco algo de tiempo y un ambiente de libertad, nada más. Para debatir en el ámbito académico en qué consiste el “pensamiento libre” hace falta un marco teórico del que partir, lo cual resulta muy engorroso. La originalidad no es más que una imitación hecha con juicio. O eso decía el realista de Voltaire. (66).
  • -El mundo no se pone patas arriba tan fácilmente -le contestó Haida-. Las que están patas arriba son las personas. No lamento perdérmelo. (74).

Esta entrada se actualizará con:

8. Tewalos Doduar. Digisteam :::

9. Alberto Fuguet. Sudor :::






(EL) ESTADO DE LAS COSAS*

Naturalizar equivale siempre, o por lo menos poco falta, a neutralizar. Jacques Derrida, Dónde comienza y cómo acaba un cuerpo docente

Tristeza: esa es la palabra que acude una y otra vez cuando pienso, cuando trato de entender la situación “actual” de la Universidad del Tolima**. Tristeza por los proyectos de vida que trabajadores, profesores y estudiantes decidimos tener en esta universidad; una universidad que al menos en los últimos años (ya no), se nos mostró como una alternativa en la cual podíamos estar para construirlos.

(Tristeza) en algún momento tomamos la decisión de construir un proyecto de vida, del cual se espera (¿un proyecto de vida da espera?) que atraviese todo un conjunto de estructuras: vitales (esas que hablan de mantenerse en un mundo supliendo las llamadas necesidades básicas); sociales (esas que nos permiten el desarrollo de nuestro ser en el mundo); intelectuales (esas que hacen que los pensamientos se confundan y crezcan junto del con-junto de personas que confluyen en una institución y que nos permiten hacer el mundo, hacer mundo). Es en esa decisión que trabajadores, profesores y estudiantes hemos confiado para estar “aquí”, en este preciso momento, “ahora”, en esta Universidad que parece no poder más consigo misma.

(Tristeza) esa confianza que hemos depositado en nuestro fuero más interno a este proyecto de vida, nos ha sido robada, traicionada: hemos sido engañados. Y este engaño no puede dejar de pensarse por fuera de la permanencia en el tiempo que cada uno de nosotros ha tenido con su proyecto. Es un engaño que se siente para los que aún no han acabado de llegar y para los que (aún) ya han estado.

(Tristeza) ¿Qué es lo que discutimos? ¿Qué es lo que debemos debatir? Hablemos de lo importante: el engaño. Nuestra confianza ha sido horadada en lo más profundo y no podemos olvidar, dejar pasar, hacer como si no estuviéramos aquí, voltear el rostro y jugar a que estamos trabajando, insistiendo en un modelo que trata de caer. Debemos exigir que las cosas que han sido (mal) hechas, que nos han puesto por fuera del juego, no se queden en el estado de la ficción.

Tristeza que por lo (mal) hecho se diluyan los proyectos en los que hemos confiado.

(Tristeza) no podemos dar espera a la exigencia. Debemos exigir que el modelo que ya fue puesto en juego sea revisado. Debemos evitar que lo (mal) hecho no vuelva a ocurrir con la terca recurrencia de la costumbre. Lo debemos ante esa idea de universidad en la que confiamos, por la que decidimos estar y por la cual estamos, aquí y ahora. Debemos estar comprometidos a defender, a no dejar pasar, respetando los compromisos éticos que sufragamos cuando decidimos ser parte de una universidad. Exijamos que los modelos sean modelados por nosotros, por cada uno de nosotros que hace universidad.

(Tristeza) dejemos de naturalizar todo lo (mal) hecho, lo mal hecho que hacen otros, esos otros que somos nosotros. Nos-otros mismos hemos permitido lo (mal) hecho, porque no quisimos estar para tomar decisiones, porque dejamos que todo lo (mal) hecho pasara por delante. Olvidamos que nosotros (nosotros que somos los otros) construimos universidad.

(Tristeza) ¿Qué quedará cuando ya todo se haya desvanecido, cuando haya que iniciar desde las ruinas? Quedará, quizás, una nueva rutina, de la cual y con la cual tendremos que volver a comenzar, evaluando (¿llorando?) el costo que nos ha dejado este laberinto de (auto) destrucción en el que nos encontramos.

(Tristeza (¿impotencia?)) no saber qué hacer cuando el deseo, esa moneda con la cual negociamos nuestro estar en el mundo, se usa para disolver la poca paciencia que nos queda: todo se tramita en recursos vagos de querer tomar lo que ya hemos perdido. Ahora nos une la (falta de) remuneración, sin la cual nos sumimos en la des-esperanza y por la cual no dejamos de pensar en qué vamos a hacer. Podríamos mientras tanto, mientras esperamos a que la ficción se restituya, considerar la máxima de Hamlet: ser o no ser, que para el caso que nos ocupa sería: renunciar o no renunciar, esa es la cuestión.

(Tristeza (¿des-esperanza?) sí, lo único que debemos hacer es seguir insistiendo tercamente (algún día quizás nos escuchen) en que cualquier funcionario que hace pública su función, de esos que juegan con las necesidades de todos, que están aquí y allá, no sigan como si nada, haciendo de la tristeza nuestro mayor capital, nuestra mayor miseria.

(Tristeza) y la que pierde, siempre, es la apuesta por la educación, por la dignidad[1], por lo político.

Coda

Cuando todo estaba consumado y la “crisis” de la Universidad del Tolima ya no permitía ser ocultada, leí una columna de Ricardo Silva Romero publicada en periódico El Tiempo el día 26 de noviembre de 2015, que refleja el estado de las cosas con las cuales nos enfrentamos en estas empresas (sí, las universidades ya son empresas) públicas a “tempo todo”. La columna se llama Chequera (Leer en http://goo.gl/pFVMBB). Y este estado de las cosas lo pude corroborar –como la costumbre que nos hace colombianos- en su columna del día 26 de enero de 2016 Puesta en escena (Avenida Pepe Sierra, Bogotá) (Leer en http://goo.gl/jqSkQz) publicada en la edición internacional del periódico español El País. Ya ni la indignación nos alcanza para darle esperanza a la ética.

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* Publicado en el boletín informativo de la Asociación Sindical de Profesores Universitarios ASPU Seccional Tolima “ASPU PRESENTE No. 5“. Año 3 Volumen 5. ISSN: 2422-2720.

** Los profesores de la Universidad del Tolima se encontraron en Asamblea Permanente desde el 18 de enero de 2016.

[1] El día que finalizaban las vacaciones colectivas de fin de año, a eso de las 9.30 p.m. recibimos en nuestros correos institucionales un “Comunicado” por parte de la “Administración” de la Universidad, en donde se intenta explicar la “situación que atraviesa la universidad pública del departamento”. En ese “Comunicado” a la vez que se informa que: “se espera que a más tardar en el mes de marzo la universidad se ponga al día con los compromisos de nómina y demás”, hace un “llamado respetuoso a la unión y al trabajo en equipo, porque tenemos claro que estamos pasando por una etapa difícil, la cual demanda nuestros mejores esfuerzos y trabajar de manera articulada en la búsqueda del bien institucional. Entre todos seguiremos brindando educación superior de calidad en la universidad regional con proyección nacional que el Tolima y Colombia merecen”. Si eso no es una ataque profundo a la dignidad, no sé qué otra cosa puede ser.






Lectura Bucaramanga VI

Esta entrada ya ha tomado un año. Solía reseñar las novelas que leía en cada receso del trabajo, pero por diferentes razones (algunas muy simples y otras un tanto rebuscadas) no había reseñado las novelas de los dos últimos periodos de receso laboral. Ahora, para no perder la costumbre y en vísperas de un nuevo periodo de receso, me dispongo a reseñar esas novelas que me acompañaron (algunas no) en los periodos de descanso. Aquí va el listado:

1. Paolo Giordano. La soledad de los números primos ::: Había comprado y leído esta novela hace unos años. Las referencias iniciales me llegaron de un blog literario que sigo. En él, comentaban mucho esta novela y especialmente, hablaban sobre el autor, pues era su opera prima y el man no era escritor de formación. Ese primer libro, se me perdió (misteriosamente. Sigo pensando que fue un duende, el duende de los libros). El año pasado, una amiga de FB comentó algo sobre “la soledad de los números primos” y de una recordé este libro. Ahí me enteré que habían hecho una película del libro. Pues nada, vi la película y me compré de nuevo el libro (en una edición de bolsillo). Desde que empecé a leer sobre este libro, siempre me atrajo el título. Es uno de los títulos de una novela que más gustan, pues para mí, dejan ver el poder de las palabras para crear pensamiento e imaginación. Y como escribía mi amiga de FB, la historia da mucho para pensar sobre la infancia y como eso se refleja el resto de nuestras vidas. Es que, muchas de las cosas que hemos vivido, son las que configuran nuestro carácter y se entretejen con lo que han vivido otros, para formar esos maravillosos encuentros y desencuentros que uno tienen en la vida. No sé si todo es igual, pero esta historia, es una historia que sólo se puede ver desde la particularidad de los números primos, siempre cerca, nunca juntos.

  • – Es lo único que se hacer -contestó con voz queda. Deseó decirle que también le gustaba porque era algo que podía hacer solo, porque lo que uno estudia son cosas sabidas, muertas, frías; porque las páginas de los libros de clase tienen todas la misma temperatura, lo dejan elegir a uno, nunca hacen daño ni uno puede hacerles daño a ellas… Pero se abstuvo. (88).
  • Los números primos sólo son exactamente divisibles por 1 y por sí mismos. Ocupan su sitio en la infinita seria de números naturales y están, como todos los demás, emparedados entre otros dos números, aunque ellos más separados entre sí. Son números solitarios, sospechosos,… (123),
  • … tomar las primeras fotos al tuntún, encuadrar, enfocar, inclinarse adelante o atrás, incluir o excluir a su antojo partes de la realidad, ampliar, deformar las imágenes… (130).
  • La gente no perdía el tiempo, se aferraba a unas pocas casualidades y fundaba en ellas su existencia. (274).
  • Sí, lo había aprendido. Las decisiones se toman en unos segundos y se pagan el resto de la vida. (274).

Giordano, Paolo. (2012). La soledad de los números primos. Barcelona: Ediciones Salamandra.

2. Paolo Giordano. El cuerpo humano ::: Y justo cuando estaba releyendo La soledad de los números primos apareció la traducción de esta novela de Giordano. Y como sucedió con su opera prima, los comentarios sobre esta también fueron elogiosos. Compré el libro, lo leí y se lo regalé a una amiga. Al terminar de leer, pensaba como un cuerpo (en este caso militar) puede llevar a transformar en gran medida lo que pasa a otros cuerpos, más frágiles y más volátiles, como los cuerpos humanos. Y eso es lo que siempre pasa en todos los aspectos. Como lo que sucede en una dictadura: el cuerpo político subsume, de nuevo, el cuerpo humano. No estamos libres de ser devorados, especialmente por nuestras acciones.

Giordano, Paolo. (2013). El cuerpo humano. Barcelona: Ediciones Salamandra.

3. Stieg Larsson. Millennium ::: Esta aclamada y mundialmente famosa triología, la leí después que se calmará su éxito. En una de las tantas librerías y papelerías Panamericana, me encontré con la edición de bolsillo del primer tomo. No lo compré. Después, en otra visita, cuando ya me decidí a comprarla, pues no la pude comprar pues se había agotado. Al final, ya con las ganas de leer, me compré toda la triología en una librería virtual, e inicié la maratónica jornada de lectura, para completar las 2.317 páginas de la novela. La triología Millenniun se compone de las siguientes novelas: Los hombres que no amaban a las mujeres; La chica que soñaba con una cerilla y un bidón de gasolina; La reina en el palacio de las corrientes de aire. Es una gran historia. El tono de cada uno de los libros lleva a no parar de leer. También es una profunda reflexión sobre uno de los temas más oscuros de nuestros tiempos: la violencia contra las mujeres. Novela policíaca, de investigación, de intriga, de hackers. Así es. Y Lisbeth Salander es maravillosa.

Algunos datos que Larsson pone:

  • El dieciocho por ciento de las mujeres de Suecia han sido amezadas en alguna ocasión por un hombre. (Millennium 1).
  • En Suecia el cuarenta y seis por ciento de las mujeres han sufrido violencia por parte de algún hombre. (Millennium 1).
  • En Suecia el trece por ciento de las mujeres ha sido víctimas de una violencia sexual extrema fuera del ámbito de sus relaciones sexuales. (Millennium 1).
  • En Suecia el noventa y dos por ciento de las mujeres han sufrido abusos sexuales en la última agresión no lo han denunciado a la policía. (Millennium 1).
  • Se estima que fueron seiscientas las mujeres que combatieron en la guerra civil norteramericana. Se alistaron disfrazadas de hombres. Ahí Hollywood, por lo que a ellas respecta, ha ignorado todo un episodio de historia cultural. ¿Es acaso un argumento demasiado complicado desde un punto de vista ideológico? A los libros de historia siempre les ha resultado difícil hablar de las mujeres que no respetan la frontera que existe entre los sexos. Y en ningún momento esa frontera es tan nítida como cuando se trata de la guerra y el empleo de las armas. (Millennium 3).
  • Una ley irlandesa del año 697 prohíbe que las mujeres sean militares, lo que da a entender que, antes de ese año, las mujeres fueron militares. Los pueblos que en distintos momentos de la historia han tenido mujeres soldado, son, entre otros, los árabes, los bereberes, los kurdos, los rajputas, los chinos, los filipinos, los maoríes, los papúas, los aborígenes australianos y los micronesios, así como los indios americanos. (Millennium 3).
  • En el siglo I a. C., el historiador Diodoro de Sicilia (considerado por otros historiadores como fuente poco fiable) describió a unas amazonas que vivían en Libia, nombre con el que se conocía en la época a la zona de África del norte que quedaba al oeste de Egipto. Ese imperio de amazonas era una ginecocracia, lo cual quiere decir que solamente las mujeres podían ocupar cargos públicos, incluidos los militares. Cuenta la leyenda que aquel territorio fue gobernado por una reina llamada Myrina que, acompañada de treinta mil mujeres soldado de infantería y tres mil de caballería, arrasó Egipto y Siria y llegó hasta el mar Egeo venciendo a un buen número de ejércitos de hombres que le salieron al paso. Cuando la reina Myrina fue finalmente dispersada en la batalla su ejército se dispersó. (Millennium 3).
  • A pesar de la rica flora de leyendas que circula sobre las amazonas de la Grecia antigua, de América del sur, de África y de otros lugares, tan sólo existe un único ejemplo histórico de mujeres guerreras que esté documentado. Se trata del ejército de fon, en Dahomey, al oeste de África, la actual Benín. (Millennium 3).

Larsson, Stieg. (2011). Los hombres que no amaban a las mujeres. Barcelona: Ediciones Destino. (Colección Booket).

Larsson, Stieg. (2011). La chica que soñaba con una cerrilla y un bidón de gasolina. Barcelona: Ediciones Destino. (Colección Booket).

Larsson, Stieg. (2011). La reina en el palacio de las corrientes de aire. Barcelona: Ediciones Destino. (Colección Booket).

4. J. M. Coetzee. Tierras de poniente ::: Este libro ha llegado por un intercambio, que con unos amigos del trabajo hemos llamado el libro secreto (al final es una versión del popular juego que se hace durante las celebraciones del mes de septiembre del amor y la amistad). El azar hizo que leyera a Coetzee. Lo había escuchado nombrar muchas veces pero nunca me llamó la atención leerlo. El amigo que lo había traído al juego, puso una dedicatoria, que hablaba sobre los nuevos lazos que se crean con los encuentros. Fue bonito, pues en esos meses andaba yo con ganas de no seguir trabajando en el trabajo que tengo ahora. Pero bueno, el encuentro con Coetzee estuvo bien. No conectamos mucho, pero las historias tuvieron mucho que contarme. Leeré de nuevo a Coetzee, a ver que onda.

  • Sus ojos están separados del mundo por una pared de algo puede que sean lágrimas. Son fantasmas o ausencias de sí mismo: el sitio donde antaño estaban ya no es más que un agujero negro a través del cual han sido absorbidos. (34).
  • La voz del padre no es una nueva fuente de propaganda. La tendencia de los estados totalitarios, sin embargo, consiste en identificar la voz paterna con la voz del líder, el padre del país. (39).
  • No podemos conocer algo hasta que somos capaces de medirlo. (48).

Coetzee, J. M. (2009). Tierras de poniente. Barcelona: Random House Mondadori.

5. Haruki Murakami. Sauce ciego, mujer dormida ::: Desde que empecé a leer a Murakami, nunca me faltó en cada de tiempo de receso. Dejé de leerlo por dos periodos y me sorprendí extrañando leerlo. Por eso, rescaté este libro de Murakami que había comprado, había olvidado y que no había leído. Y Murakami tiene razón: sus cuentos y sus novelas son tan diferentes, tan únicas, que algunos les gustan sus cuentos y a otros las novelas (pero según él, no las dos a la veces). La verdad, es que me encantaron los cuentos. Tienen la asombrosa capacidad de dejar el suspenso de la historia en el momento justo, que la sensación de que falta algo es maravillosa. Eso es. Cada uno de los cuentos tiene el tiempo justo. Si que sí.

  • -Lo que quiero decir -prosigue en voz baja; se rasca el lóbulo de la oreja; un lóbulo bien formado- es que una persona, desee lo que desee, llegue hasta donde llegue, jamás puede dejar de ser ella misma. Sólo eso. (48).
  • -El corazón de las personas es como un pozo muy profundo. Nadie sabe lo que hay en el fondo. Sólo podremos imaginárnoslo mirando la forma de las cosas que, de vez en cuando suben a la superficie. (74).
  • -O sea, que puesto que las palabras son como electrodos que conectan con la mente, si a través de ellas envías el mismo estímulo una y otra vez, se producirá sin falta una reacción. (192-193).
  • -El futuro no lo conozco -me dijo el hombre de hielo con semblante inexpresivo. Y sacudió la cabeza despacio-. El futuro no me interesa en lo más mínimo. A decir verdad, en mí no cabe el concepto de futuro. Porque en el hielo no existe futuro. Sólo contiene el pasado, y lo contiene cerrado de una manera hermética. Dentro de él existe la totalidad de las cosas, nítidamente selladas como si estuvieran vivas. El hielo es capaz de conservar muchas cosas de esta forma. De manera limpia y clara. Ésta es la función del hielo, su esencia. (282).
  • Lo que me hacía sufrir no era el aburrimiento. Lo que yo no podía soportar erra la reiteración. No sé por qué, pero empecé a verme a mi misma como una sombra repetida en esa reiteración. (286).
  • Estoy consciente. Pero no puedo mover ni un dedo. Es una sensación terriblemente extraña. Me doy cuenta de que, minuto a minuto, me voy convirtiendo en pasado. No hay futuro en mí. Sólo un pasado que se va acumulando. Y entonces, de repente, todos me están contemplando, ellos están mirando el pasado. (288).
  • -Como usted sabrá, el agua siempre recorre la distancia más corta al desplazarse. Sin embargo, en algunos casos, la distancia más corta es producto del agua. Los pensamientos humanos funcionan igual. (401).

Murakami, Haruki. (2011). Barcelona: Tusquets Editores.

6. José Luís Peixoto. Uma casa na escuridão ::: Estuve unos días en Portugal, presentado una ponencia que me habían aceptado en un evento. Antes de salir quise comprar una novela para leer. En el aeropuerto de Lisboa (antes de conectar con Madrid para volar a Bogotá), compré esta novela. Fue un bonito encuentro. La potencia de la narrativa de Peixoto no me deja de sorprender. Aunque la historia es una tanto melancólica (leí todo este año este libro) y en algunos momentos un tanto mórbida, atrapa y deja pensando, deja pensando. Força.

  • Mas depois, o tempo. Sempre o tempo como uma brisa. Uma aragem suave, mas definitiva, a empurrar-me os sentimentos, a deixá-los lá ao fundo e a mostrar-me na distância que eram pequenos, muito pequenos e sem valor. (18).
  • Dentro de cada uma das palavras, existiam mil palavras, e também cada uma dessas mil palavras tinha dentro de si mil palavras. E mesmo essas palavras que existiam dentro de outras palavras eram enormes, porque também elas tinham dentro de si mil palavras que tinham dentro de si mil palavras. (28).
  • O ciúme é o ódio e o medo. (31).
  • O tempo e o espaço são onde a distância. E um minuto pode ser um metro ou mil metros, e um metro pode ser um segundo, horas ou quilómetros. Quando a distância está desregulada, o tempo e o espaço transfiguram-se um no outro. O tempo, o espaço, a distância, são as pessoas dentro do tempo, do espaço e da distância. (35).
  • Disse trago dentro do meu coração, como num cofre que não se pode fechar do cheio, todos os lugares onde estive, todos os portos a que cheguei, todas as paisagens que vi através das janelas. (47).
  • Eu era um homem a descer a rua. Na cidade, um homem a descer a rua é ninguém. Na cidade, há muitos homens e muitas ruas, como há muitos livros nas livrarias. Muitos livros de capa branca, muitas vidas entre duas capas brancas, com un título e como o nome do autor. Muitos homens que são ninguém quando, calados, descem na rua da cidade. Muitos livros que não são nada quando estão fechados numa montra. Eu era um homen a descer uma rua. O meu romance era um livro numa montra. (96).
  • Ser feliz por momentos é algo que não se deve ter vergonha. Momentos que o fim torna ridículos. A felicidade, como o amor, é um sentimento ridículo. Mas a felicidade, como o amor, só é ridícula quando vista de fora. A felicidade, como o amor, só é ridícula antes ou depois de si própria. A felicidade são momentos que, no seu presente fugaz, são mais fortes do que todas as sombras, todos os lugares frios, todos os arrependimentos. Ser feliz em palavras que, durante essa respiração breve, mudam de sentido. (101).
  • O medo como un crepúsculo de nuvens. O medo incrível e impossível. O medo entre muros de medo. O medo é un segredo que só o silêncio de un rostro conhece. O medo entre muros de medo. Mulheres e homens, todos sozinhos, suspensos e imóveis num segredo único: o medo muito perto do terror. (118).

Peixoto, José Luís. (2011). Uma casa na Escuridão. Lisboa: Quetzal Editores.

7. Ray Loriga. El hombre de inventó Manhattan ::: Había querido leer algo de Ray Loriga desde que lo leí como epígrafe. No me había encontrado con nada de él, hasta que por hacerle un favor a una amiga (de buscar un libro en una librería de Bogotá (¡Gracias Beatríz!)), me encontré con este libro de Loriga. (Junto con ese, encontré uno de Jared Diamond, El tercer chimpacé, que me hizo entrar en una lectura frenética de los libros de Diamond traducidos al español, a saber: El tercer chimpancé; Por qué es divertido el sexo (que fue el primero de Diamond que leí, hace años); Armas, gérmenes y acero; El mundo hasta ayer. Sólo me falta Colapso, que ya compré pero que leeré luego). Y la verdad es que conecté bien con Loriga. Esta historia, un poco extraña y construida por pequeñas historias todas relacionadas entre sí, como para entrar en una historia, me lleva a pensar que muchas cosas solo suceden porque uno las piensa y porque, al final, se crean con uno. Y sí, conecté.

Loriga, Ray. (2009). El hombre que inventó Manhattan. Barcelona: El Aleph Editores.

8. Juan Esteban Constaín. El hombre de no fue Jueves ::: Desde hace un poco más de dos años, suelo vagabundear en librerías, mirando por ahí que es lo que me interesa. Compro libros sí, pero a un ritmo tal, que no me permite leer todo lo que compro. En la última Fiesta del Libro (andaba por Medellín visitando la exposición de William Kentrigde que estaba en el Museo de Arte Moderno) me encontré con esta novela de Constaín. Igual como muchas otras veces, he tenido referencia de los autores de oídas, y con Constaín fue así. Por ahí había escuchado algo que había escrito un libro sobre futbol, que era todo un erudito. Pero lo que más me atrajo de esta novela, fue su título. Compré la novela y la terminé leyendo casi de una sola sentada. Es una novela que cuenta una historia de verdad, pero como es escrita como novela, uno piensa que no es cierto. Pero con todo lo que dice, no hay nada mejor que creer que es cierto, y pues, todas las historias que suceden en las novelas estás sacadas de la vida real, que es verdadera. Y creo que esto es lo más interesante de esta novela, ese salto entre la ficción y la realidad y de la realidad y la ficción; y igual, una novela es ficción pero también es muy real. El asunto es que, como lo escribe Constain, después que le pasó lo que le pasó, pues no tuvo más que hacer que correr a escribir una novela. Y el resultado es, una excelente novela, que habla de intrigas, y de intrigas duras, como esas que suelen suceder en el lugar más intrigante de este planeta: el Vaticano. No puedo dejar de pensar que mucho de lo que se llama religión (y más que eso lo que se llama iglesia), están hechas por y para humanos que solo buscan resultados. No sé cual es la carrera, pero entre más, pues como que queremos más. Estar en la historia no más. Pero bueno, para eso también tenemos las novelas. Lo cierto es, que este libro es un RECOMENDADO. Al cien.

  • Por eso escribió en sus memorias Casanova, recordando el viejo refrán de santo Tomás: Cuidado con aquel que no ha leído más que un libro. (17).
  • No me dijo sus apellidos, así que supuse que esos eran también seudónimos; pero no me importó, todos los nombres lo son. (40).
  • …, porque nada revela mejor la condición humana que el ridículo. (55).
  • El precio es caro porque la verdad, aunque sea falsa, cuesta mucho. (83).
  • Todos los nombres son un seudónimo, un heterónimo. (87).
  • Las ascuas de la discordia no se apagan nunca, siempre hay manos y ojos y rumores dispuestos a atizarlas otra vez. (94).
  • “¿Quién va a resolver ahora nuestros misterios?”, se preguntaba mirando a todos lados, mientras los manifestantes exigían con las manos arriba el regreso de su héroe. (103).
  • … y la vida fue otra vez como había sido antes: un verdadera farsa. A veces es mejor creer solo en la ficción. (148).
  • …, pues a veces es mejor no preguntar porque alguien responder… (153).
  • La ficción es mejor que la realidad, mucho mejor, porque dice la verdad. (181).

Constaín, Juan Esteban. (2014). El hombre que no fue Jueves. Bogotá: Penguin Random House Grupo Editorial.

9. Georges Perec. Lo infraordinario ::: Nada que decir, nada que escribir. Es Perec. Cuando vuelva a París, buscaré la calle Vilin y haré mi propio recorrido. Eso.

Perec, Georges. (2008). Lo infraordinario. Madrid: Impedimenta.

***

Ya. Eso era todo. Espero que esta vez no tome tanto tiempo escribir estas microreseñas, que terminan siendo sólo un recordatorio.

Vemos.

 






Lengua de fuego

Podrían ustedes ver en ellos, si gustan, los restos de una correspondencia recientemente destruida. Por fuego o por lo que en una figura hace las veces de él: es más seguro para no dejar nada fuera del alcance de la que me place llamar lengua de fuego, ni siquiera la ceniza si es que hay ceniza.  Jacques Derrida. La tarjeta postal, de Sócrates a Freud y más allá

Leo esto, lo transcribo y pienso en las palabras, en las cartas, textos y grabados que también he pasado por una “lengua de fuego”. De hecho ayer, mientras revisaba una parte de un proyecto de escritura (revisaba una carta escrita en forma de carta electrónica), al releer, lo único que pude “salvar”, fueron los apartes en los que la vinculación se diluye y las palabras se vuelven comunes y regulares. Lo otro, lo censurado, lo censurable, fue a parar a esa “lengua de fuego”. Puesto que, el destino, si eso “realmente” existe, de algunas palabras, es siempre y será desaparecer de lo que se ha dicho.






Haciendo pruebas como si fuera un proyecto

Desde hace unas semanas estoy participando en un proyecto de dibujo, iniciativa de Juliana Escobar y de Laura Muñoz. (La Pizarrita). Pensando en materiales para hacer los dibujos de este proyecto, compré de nuevo tinta china y rescaté las plumas que hice ya hace muchos años, con plumas de pisco. Hice un dibujo y escribí una hoja con una misma frase: haciendo pruebas como si fuera un proyecto. Un dibujo: una prueba de un proyecto. Así es. Escribir y dibujar. Recordé que escribir y dibujar con tinta china está muy bien. Recordé que me gusta. Así que, por unas semanas, haré dibujos así:

Haciendo pruebas como si fuera un proyecto

Plumas + tinta






Proyecto Alguien / Algún Lugar

Proyecto Alguien / Algún Lugar. Fotografía. 2010.

Proyecto Alguien / Algún Lugar. Fotografía. 2010.

Después de darle muchas largas y de bregar a ponerme a punto con mis decisiones, presento la página en dónde hago una compilación de todos los ejercicios, propuestas y demás archivos que se construyeron durante la realización del Proyecto Alguien / Algún Lugar, proyecto que se trabajó durante los estudios que hice en la Maestría en Artes Plásticas y Visuales de la Universidad de Colombia entre los años 2008 (2) y 2010 (1).

Al cabo de un tiempo de terminar los estudios, ya con el título bajo el brazo, me puse a pensar en todo el trabajo que se realiza en un proyecto de arte y en todas las ideas que se pronuncian y enuncian, cuando uno se encuentra, tratando y tratando de entender de como va esa idea en la que uno confía y con la que empezó el proyecto. Idea que se presenta tan fuerte, tan misteriosa, que algunas veces es tan incomprensible que es difícil darle palabras para poderla transmitir a otros.

Es por eso que esta compilación funciona como una suerte de recorrido que va de la formulación inicial hasta la presentación final de un proyecto; recorrido que mostrará (bueno, eso es lo que creo) cómo una idea evoluciona, se transforma, se repite, se produce. Lo que quiero ver (y que me ayuden a ver) es eso que se mantuvo -lo que permaneció- en cada uno de los ejercicios y propuestas que hice.

Hay muchas cosas que siempre permanecen en lo que uno hace (y eso se puede notar con mayor precisión en los trabajos en arte). Y son esas cosas las que marcan mucho de lo que al final no decimos que somos. Creo que el trabajo más importante para todos (y especialmente para nosotros los artistas) es precisamente ser conscientes de eso.

Nosotros, los que permanecemos en las ideas, debemos conocer muy bien cuáles son las ideas que están con nosotros.

La compilación puede ser vista en http://oscarayala.laveneno.org/

 






  • El pasado real es frágil y quebradizo, cada vez que se vuelve más oscuro y cada vez cuesta más captarlo y reconstruirlo; el pasado virtual, por el contrario, es maleable, está cada vez más claro y cada vez se hace más difícil sortearlo y denunciar que se trata de un fraude.
  • El presente se sirve del pasado virtual para otorgar credibilidad a sus mitologías y legitimar las imposiciones del poder. El poder aspira a arrogarse el derecho de moldear el pasado virtual. (El que paga el historiador es el que marca el paso).
  • Simétricamente, también existe el futuro real y un futuro virtual. Nos imaginamos como será la semana que viene, el año que viene o el 2225: un futuro virtual , hecho de deseos, profecías y ensueños. Este futuro virtual puede influir en el futuro real, como ocurre con las profecías que acarrean su propio cumplimiento, pero el futuro real eclipsará el virtual exactamente igual que el mañana eclipsa el hoy. Como en la isla Utopía, el futuro real y el pasado real sólo existe en un horizonte brumoso y remoto, dónde no sirven de nada.

David Mitchell, El atlas de las nubes.

 






Esto , por supuesto, no era una teoría fundamentada en rigurosas investigaciones, sino una aseveración de domingo, de esas que se dicen sin pensar, pero que a menudo acaban rigiendo el destino de una persona.

Ray Loriga. El hombre que inventó Manhattan