





Nunca se sabe cuándo una pintura está acabada. Hay que esperar a que un sutil llamado nos diga que un cuadro ya no necesita más.
Y eso pasó con la pintura que terminé llamando Dejando pintura. Después de estar con ella en el taller unos buenos años, decidí, por obra del destino y de los pensamientos que se asomaban, que esa pintura ya está acabada. Había recibido mucho del pensamiento que usé para construir otras pinturas y llegó la hora que tuviera la oportunidad de ser vista.
Con ella comencé una reflexión acerca de los soportes y de los que ellos reciben; del gesto que se guarda en la pintura; de la pintura con la que tratamos de contarnos historias; de la historia que se guarda en una pintura.
Pienso al momento de pintar estas pinturas monocromas, que recibieron el nombre de Dejar pintura –perdón por la reiteración-, en lo que deja la pintura. Me pregunto: ¿qué es lo que deja la pintura? Además del color, espero encontrar otras respuestas.