Parece ser que la condición que mejor expresa nuestra actualidad se basa, únicamente, a partir de las conexiones. Llevamos poco tiempo jugando a vivir “conectados” (como si nunca lo hubiésemos estado), esperando que en ese juego podamos encontrar el carácter que guíe nuestros pensamientos. Y es tanta la importancia que se le imprime a eso de “estar conectados”, que la mayoría de las políticas públicas se trenzan bajo este matiz.
Una de ellas es el proyecto de ley que lidera el Ministerio de las Tecnologías de la Información y las Comunicaciones para la modernización del sector de las TIC’s. Este proyecto –de ser aprobado- hará un gran revolcón en el manejo de estas “nuevas” tecnologías e influirá también en el manejo que, hasta ahora se le ha dado a la televisión –y en especial la pública-, puesto que considera suprimir la Autoridad Nacional de Televisión para proponer un sólo ente regulador en el país para estas “tecnologías de la información y la comunicación” y para la, un tanto “vieja”, televisión.
Este proyecto de ley se ha estado cabildeando, principalmente, con esa idea del “estar conectados”. No más. No hay otro punto que se pueda resaltar o del cuál se pueda presentar como reflexión para mostrar la necesidad de modificar las maneras como se regula el espectro electromagnético, la televisión y los contenidos y, con mayor atención, los productores de contenido que transmiten sus producciones por la Internet (las conocidas OTT – Over The Top, YouTube, Netflix, Facebook, Twitter, Instagram).
Y con tanta insistencia en la conexión –“La mitad del país carece de acceso a la Internet. Veinte millones de colombianos no tienen conectividad de banda ancha”-, nos podríamos preguntar: ¿por qué necesitamos estar “conectados” (a la Internet)? Esta pregunta sólo se responde desde la confianza absurda que le hemos puesto a los artilugios construidos por arte de tecnología (ese arte de magia de otras épocas), cómo si lo “mágico” que se supone que hacen cada uno de estos artefactos interconectadores, pudieran remediar por su uso, las inequidades sociales y económicas que en nuestro país son “el pan de cada día”.
Cada tanto muchos países inician campañas públicas con este mismo tono. Se puede recordar como sí fuera ayer esas iniciativas de “Computadores para educar” o “Tabletas para educar”, que repartían equipos con alto grado de complejidad manufacturada para apoyar el desarrollo de las clases y construir un tipo de conexión pedagógica con las nuevas generaciones, pero que olvidaba, casi siempre, la necesaria alfabetización de todo lo que ese “nuevo” ambiente crea.
El estar conectados no lo es todo. Podemos estar, por ejemplo, en un ambiente con conectividad análoga –una reunión de amigos y recién conocidos- y no entablar comunicación alguna con nadie, por tener en el momento de la reunión un episodio de ansiedad extrema que censura cualquier intento de conexión; y, aun así, disfrutar de la reunión y pasar un rato ameno.
Pensar, como lo hace el MinTic, en que lo más importante para darle equidad a este país inequitativo es ofrecerles banda ancha a veinte millones de personas (¿Internet para educar?), es seguir replicando confianzas ciegas en soluciones ficticias que cada tecnología reproduce: la invención del automóvil no solucionó las necesidades de transporte individual y colectivo de nuestras ciudades.
Cada tecnología debe ponerse siempre en tensión para saber sus reales implicaciones sobre las políticas públicas, que son las que realmente van a impactar a un grupo de ciudadanos. Mas que dar conexiones a Internet, se deberían crear conexiones educativas para fortalecer la alfabetización que se necesita para la interacción con estos ambientes mediáticos. ¿Qué razón tendría una persona para estar conectado (a la Internet) sí no tiene vías en buen estado para comercializar los productos que cultiva? ¿Sólo tener “indignación” de red social?
Debemos conectar nuestra atención a estos proyectos de ley para saber sus implicaciones, ya que lo que está en juego, son las “nuevas” soberanías. #chaoleytic
*Publicado originalmente en http://lapipa.co/ el 30 MAY 2019