¡Nunca mas! Eso es lo que dice el cuervo, y una y otra vez en el poema de Edgar Allan Poe, hasta llevar a un punto de locura al narrador de la historia.
Recordé este poema cuando leía el cuento de Herman Melville, Bartleby. La terca insistencia en repetir un acto, una palabra, que deja fuera de control y dominio a las personas con las que se interactua, no deja de llamar mi atención. Y creo que he intentado hacerlo, en algunas veces, con algunos de mis amigos. Y lo curioso, es que generalmente, en algunos minutos ya están a punto de golpearme.
Del cuento de Melville, me gusto la prosa, la descripción de los personajes, sus emociones, el análisis de sus sentimientos y las especulaciones del narrador sobre los acontecimientos que lo rodean. Esto también lo recuerdo de los escritos de Edgar Allan Poe, en los que se logra crear una ambiente particular que encierra toda la dimensión de la historia. (El pozo y el péndulo me dejo impactado. Ni que decir del Corazón delator, que ha tenido un homenaje en Los Simpsons, como también lo tuvo el poema del Cuervo).
Con Bartleby, realmente no se que pensar. No puedo determinar cual puede ser su condición y su preocupación para preferir no hacer nada: Nunca mas; hasta llegar a la inacción. Pero puede ser una buena decisión, que tal vez nosotros algún día podemos, considerar. (Yo no lo haría). Eso si, falta tener la voluntad de Bartleby y la memoria de Funes. (Para no perder de vista que lo que uno ha hecho, o lo que va a hacer).
Del cuento, ahora, rescato que me ha puesto de vuelta la memoria. La memoria de las lecturas. Mientras escribo, mientras me detengo a pensar, vago por todas las novelas que recuerdo haber leído y recuerdo haber sentido. (Voy por Rayuela y mi sutil recuerdo de la Maga).
No puede identificar, ahora, lo que me atrae del cuento de Melville. En algún momento pienso que tengo una posible solución, pero esta se escabulle por todo un conjunto de posibilidades y posibilidades. No logro condesar un algo que me permita decir… algo. Una solución seria pensar que tengo un pensamiento abstracto, que no permite tomar distancia que lo pasa, y solo me deja imágenes globales de todo lo que he leído, y peor, una confusa sensación que he conocido todo. Razón por la cual, me he quedado sin palabras. No tengo puntos de apoyo que ayuden a pronunciarme al respecto. También puede ser que mi capacidad de lectura haya caído a los puntos mas bajo de medición, y no pueda retener una estructura posible de lo que he leído.
Para evitarme mas complicaciones, prefiero dejar de escribir, por este momento, y extender una invitación para que alguna alma bondadosa, que como yo, haya leído el cuento en cuestión, me ayude a construir un argumento para desarrollar. Por cierto: en principio, el cuento puede ser bueno.
… también recuerdo a Just de Radiohead