Un ejercicio es como poner de manifiesto algo que se quiere hacer. En todo y a todo momento estamos haciendo ejercicios. Desde los movimientos físicos que se hacen en el colegio hasta los bocetos de una obra de arte, todos son ejercicios. Se ejercita los músculos y se ejercitan las destrezas y habilidades con las que se trabaja. Se ejercita para poner a punto alguna idea que se encuentra rondando por la maraña de pensamiento, por el pensamiento que busca e indaga hasta hallar la mejor solución. En ejercicio constante, en pensamiento constante.
El ejercicio es, entonces, buscar estrategias para perder el sentido de orientación y de encontrarse desconociendo todo las posibles reservas de referentes de los cuales se hace uso para andar, dirigirse y encontrar un destino. El estar perdido es (puede ser, lo es) una estado casi normal de las grandes metrópolis. Los artificios que se usan para controlar y para definir nuestra disposición hacia el estar en una ciudad, desde el encontrar una dirección hasta la políticas públicas sobre su manejo, no darán cuenta de nuestra interacción con cada uno y con los demás. La experiencia de estar perdido, de no pensar y no llegar a destino, es casi equiparable a hablar con y en lenguas. A desconocer y reconocer que no se está, que se puede hacer, que no se puede orientar a nadie. En que se tiene la posibilidad de no encontrarse y de no perder, ejercitarse, de posponer la situación. Es como una señal, como Virar en U, como No Parquear. El ejercicio físico y mental: Goku: a cada pelea se hace mas fuerte. Fuerte hasta convertirse en Supersaiyajin. El ejercitarse en la perdida: superperdido. O en el infinito: superinfinito. O en el vacio: supervacio. Mejor: Superlitio (pueden ser Los Planetas). No hay nada más. En siempre así. Asina.
(Sobre el trabajo de Jaime Gomez)