Hace ya un buen tiempo, cuando estaba casi que recien salido de la Escuela de Artes Plásticas, me encontraba sentado en frente del edificio de Bellas Artes en una plácida tarde soleada, viendo pasar el mundo. Estando en eso, una gran amiga me pregunta: ¿que estás esperando? Como me encontraba viendo pasar el mundo, lo único que pude responder fue: estoy esperando la espera (claro que es mejor así: nada, sólo espero. Y eso fue lo que respondí). Creo que en realidad estaba esperando que el mundo me hablara o estaba esperando que el tiempo pasara para que mi espera no fuera en vano. Pero esperar nunca se hace en vano. Porque siempre se aprende cuando se espera un tiempo: es el tiempo de encontrar una respuesta. Ese día, mi amiga buscaba pensar que no se puede esperar por esperar, puesto que siempre se debe tener una certeza cuando se espera. Y yo, desde ese día, sigo pensando que es mejor esperar por esperar, para así aprender un poco de la paciencia que se debe tener para encontarse con cosas que ayuden a responder la pregunta sobre lo que es aprender.
Lo creo así: en el ejercicio docente, en el ejercicio discente, lo que más importa es aprender. Es ir a aprender.