Una vez una amiga me dio una definición de imagen con la cual estoy muy prendado. Me dijo que para John Berguer, una imagen se presenta cuando hay una detención de nuestra cotidianidad por alguna situación inesperada. Por eso cada tanto, esas imágenes producto de una detención, nos acompañan. Se detiene nuestro quehacer diario con situaciones que nos alegran, emocionan o entristecen. También nos detenemos cuando nos enfrentamos a la enfermedad y a la muerte.
Pensé en estas imágenes que aparecen con las detenciones y, al hacerlo, me llegó volando la palabra levedad. No se muy bien porqué se dio esta relación, pero sí sé que esta cualidad de lo leve va mucho en lo que nos debería atar a la vida, puesto que pareciera que estamos ya atafagados con un sin par de oficiosas rutinas que hacen que nuestro tiempo diario se agote rápidamente.
Creo que deberíamos dar a nuestro diario vivir un rasgo más ligero. Lo difícil es saber como hacerlo. ¿Lo haríamos si viviéramos con sólo los objetos estrictamente necesarios? ¿O si dejáramos de acumular emociones y preocupaciones? ¿O si nos moviéramos lento? O tal vez, ¿si habláramos más con nuestras interfaces primarias? La verdad es que no sabría qué hacer para vivir más leve, pero entre todos deberíamos hacer un intento por pasar los días sin tanto peso, haber si con ello dejamos de dejar.
Dejar de guardar esas imágenes que nos imaginamos con las prótesis fotografiadoras móviles, por ejemplo, con las cuales llenamos cuanta unidad posible de almacenamiento que tenemos a la mano, y que por no ser imágenes producto de una detención, no las podemos guardar en nuestro cuerpo. O dejar de guardar, con esa manía capitalizada y acumulativa, experiencias poco experienciables que nos tratan de poner en nuestro ámbito de atención consumista, para simplemente, depredar con fotografía.
Volver quizás, a esa acción tan olvidada ya del contemplar, que hizo, por ejemplo, que apareciera lo que llamamos paisaje; y mirar con detenimiento aquello que nos alegra, emociona o entristece, para augurar y llenar nuestro cuerpo de aquello que siempre va a estar con nosotros: imágenes que nos detienen, que nos cuestionan, que nos hacen flexionarnos sobre nosotros mismos para ver, nuevamente, las situaciones con las que nos atravesamos día a día.
Cuando contemplamos podemos llevar con nosotros menos peso, porque lo que se guarda, lo guardamos en nuestro cuerpo, que llevamos diariamente y del cual casi nunca podemos escapar. Si guardamos de esta manera, podemos tener las experiencias siempre a nuestro alcance, pues ellas ya estarían para siempre con nosotros. Hagamos de nuestro cuerpo una unidad de almacenamiento de imágenes que nos detienen.
¿Intentamos? Vamos a contemplar para ver si tendremos un poco de eso, de
L
E
V
E
D
A
D
*Publicado originalmente en http://lapipa.co/ el 04 OCT 2018