Ambientes distópicos: Público

En los últimos meses se ha ido agitando, una vez más y poco a poco, una apuesta de reflexión y de exigencia por la financiación de las universidades públicas, que tiene un punto de inflexión con el llamado a la movilización del pasado 10 de octubre. Se espera que esta movilización permita poner en la “voz de todos” un tópico que por general sólo se habla en “voz baja” y en momentos donde la tensión se pone de manifiesto.

No es la primera vez que las universidades hacen estas convocatorias masivas bajo una sola consigna: la defensa de la universidad y de la educación pública. Cada cierto tiempo esta necesaria reiteración (re)aparece para gritar lo más fuerte posible, al cada vez más indolente público, para ver si esta vez sí presta la atención y deja de mirar sin estupor, cómo se deshace uno de los más estructurales y fundamentales pilares del sostenimiento de una comunidad: lo público y su educación.

De la educación y lo público ya ni se habla. Su discusión se está sacando de las esferas “públicas” y hasta se está proscribiendo de las discusiones del congreso: “30 segundos niña y termina”. ¿Dónde se están quedando ahora estas discusiones?

Desde hace varias décadas se está en una carrera desaforada por desfinanciar todo lo que se perciba público. Se busca con “todos los medios de lucha” agotar el bienestar común para dejar que este se torne bienestar de unos pocos. Se invoca hasta la saciedad en eslóganes y paradigmas, que esto o aquello se hace para “todos” –la paradoja del todo-, pero, sin excepción, ese “todos” termina en beneficios de unos pocos. Pareciera que la exclusión marca el derrotero de muchos gobiernos, y en Colombia, lo es desde la fatídica y apocalíptica, distópica por no decir más, frase del gobierno Gaviria: “Bienvenidos al futuro”.

Ese futuro, nuestro futuro, es el que se torna hoy más espeso y difuso. El desprestigio de lo público y del público, hace que se comente ligeramente que toda institución pública, que sí es de todos, es una institución de malhechores, y más si esa institución pública es de educación. Grave error.

La bienvenida apocalíptica a este, nuestro futuro, se da por la depredación pública de lo público: colusión, concusión, corrupción. Los funcionarios de una comunidad estatal, sus ciudadanos, nos estamos uniendo para aprender a desaparecer lo que no es público. Y es que con lo público hay tantas incomprensiones, que en las mismas universidades –esas que son públicas- hay quienes piensan que porque es “público no es de nadie”, y por eso dañamos, ensuciamos, abandonamos: hago uso de lo público sólo para mi conveniencia. Lo público no se cuida, lo privado sí. Cuido “mi” casa, pero no cuido “la” calle. Imperdonable error.

Ya viene siendo hora, con este grito altisonante por el cual fuimos convocados por las desfinanciadas universidades públicas colombianas, de movilizarnos y de encender la discusión pública, para que lo gritado se vuelva el grito de ciudadanos atentos al cuidado de lo que ha sido construidos por los de arriba, los de abajo, los del centro, los de un lado, los del otro.

Debemos recordar y nunca olvidar, que es con el trabajo mancomunado de todos que nuestra existencia es posible y, como todos contribuimos, pues todos debemos cuidar. Por eso debe ser este, otro de los momentos que nos permitan ver que nuestros esfuerzos diarios por construir lo que es de todos, pueda ser usado por todos; y que para educar y aprender sólo basta con compartir este esfuerzo, y así exigir la financiación de la institución que mejor refleja este sentir: la institución pública de educación.

Por eso a gritar, no sólo en marchas y movilizaciones, sino con nuestras acciones cotidianas: ¡Yo defiendo la educación pública!

*Publicado originalmente en http://lapipa.co/ el 11 OCT 2018

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Acerca de Oscarabajo

Oscar Ayala inicia su trabajo en las artes en la Dirección Cultural Artística de Santander – DICAS. En 1998 se traslada a la ciudad de Bogotá D.C. para continuar sus estudios en la Escuela de Artes Plásticas de la Universidad Nacional de Colombia, dónde obtiene el título de grado de Maestro en Artes Plásticas con la obra Transurbano. Para el año 2007 realiza un viaje a la ciudad de Curitiba, PR, Brasil que le permite proponer un proyecto para la Maestría en Artes Plásticas y Visuales de la Universidad Nacional de Colombia, dónde obtiene el título con la tesis Alguien / Algún Lugar. Reflexiona sobre la relación entre técnica y arte; y sobre la experiencia de lugar en las ciudades contemporáneas mediante la experimentación con múltiples medios, que van desde el dibujo a la instalación. Realiza trabajos pictóricos / visuales con énfasis en el (medio) ambiente, paisaje y problemas urbanos, representación y percepción. Desde el año 2012 se vincula como profesor asociado del Departamento de Artes y Humanidades de la Facultad de Ciencias Humanas y Artes de la Universidad del Tolima. Vive y trabaja en Ibagué, Tolima, Colombia.