Ambientes distópicos: Incertidumbre (2)

Me había alarmado por el cambio de rumbo que estaba cayendo por el mundo, con esos saltos en la dirección de algunos países que avizoraban compresiones que suponíamos superadas. Esa vez me alarmé con la victoria de Trump en las elecciones a la presidencia de Estados Unidos. Ahora, me vuelvo a alarmar con mayor consternación, con la victoria de Bolsonaro en las elecciones a la presidencia de Brasil. Y, para mayor preocupación, creo que este tipo de alarmas no dejaran de sucederse.

No es fácil ver como ideas que hicieron mucho daño, que se intentaron conjurar con esfuerzos mundiales como la Organización de Naciones Unidas, vuelvan poco a poco -como si nadie quisiera la cosa- a instalarse en la opinión de muchos, que abren sus brazos, casi sin saber, a las formas más duras de una posible opresión. Es como si no conocieran las atrocidades que se cometen en los totalitarismos, como si la historia ya no llegara a ellos, como sí la falacia del eterno presente les nublara la vista.

Pero también hay que decir que estos cambios en los discursos no aparecen de la nada, se van consolidando poco a poco, dando retruecanos, actualizando formas, hasta que los toleramos, democráticamente si se quiere. Estamos confundidos en nuestras creencias, o el desarrollo de estas nos hace confundir al punto de querer lo que nunca queremos: estamos vivos de publicidad (como en Colombia, que durante la campaña se decía “menos impuestos, más salario mínimo” y ahora es “más impuesto y el salario sigue siendo mínimo”).

La aparatosa venta de discursos hace que compitamos por la atención de las palabras que más se ajustan a nuestros gustos, siendo así que las ideas de la recalcitrante “ultraderecha” se muestran para unos como una alternativa a un mundo que va mal (¿no siempre el mundo ha ido de mal en peor?): van con la convicción que con su opinión todo irá mejor.

Estamos vendiendo nuestras escasas conquistas al mejor postor. Soltamos alegres expresiones de libertad civil para dejar que los estados controlen más nuestras vidas, confinando nuestro pensamiento a las decisiones de unos pocos. Estamos alterando el porvenir con las distopías que se instalaron a mediados del siglo pasado. No puede ser extraño pensar que apenas iniciamos el camino para realidades como las que se muestran en la serie El cuento de la criada: estados-nación dominados por versiones oscuras de ideologías religiosas llevadas al extremo.

En Brasil, por ejemplo, las religiones cristianas de extracto más conservador, han estado durante años, silenciosamente, exportanto cultos y posicionando sus discursos más ortodoxos dentro de las grandes cadenas de comunicación masiva y dentro del aparato judicial. El domingo pasado, mientras se daba este salto de dirección, no dejaba de pensar que, precisamente, en Brasil podía empezar a construirse una nueva distopía, que con tanto afectos en otras latidudes, podría llegar a ser una distopía global.

También pensaba hace unas semanas, que la incertidumbre es de por sí distópica. Con lo sucedido este fin de semana, apareció una pésima incertidumbre que me incrementa en mí una sensación de pesismo: ahora soy yo quien piensa que todo va a empezar a ir mal. Eso sí, no ahora, por ahí en algunas décadas, que bien podría ser justo cuando se cumpla el primer siglo de inicio de la Segunda Guerra Mundial.

Y como estamos llenos de incertidumbre, habría que esperar que ésta nos ayude a construir las estrategias de resistencia, puesto que con la incertidumbre “todo” esta por hacer.

*Publicado originalmente en http://lapipa.co/ el 01 NOV 2018

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Acerca de Oscarabajo

Oscar Ayala inicia su trabajo en las artes en la Dirección Cultural Artística de Santander – DICAS. En 1998 se traslada a la ciudad de Bogotá D.C. para continuar sus estudios en la Escuela de Artes Plásticas de la Universidad Nacional de Colombia, dónde obtiene el título de grado de Maestro en Artes Plásticas con la obra Transurbano. Para el año 2007 realiza un viaje a la ciudad de Curitiba, PR, Brasil que le permite proponer un proyecto para la Maestría en Artes Plásticas y Visuales de la Universidad Nacional de Colombia, dónde obtiene el título con la tesis Alguien / Algún Lugar. Reflexiona sobre la relación entre técnica y arte; y sobre la experiencia de lugar en las ciudades contemporáneas mediante la experimentación con múltiples medios, que van desde el dibujo a la instalación. Realiza trabajos pictóricos / visuales con énfasis en el (medio) ambiente, paisaje y problemas urbanos, representación y percepción. Desde el año 2012 se vincula como profesor asociado del Departamento de Artes y Humanidades de la Facultad de Ciencias Humanas y Artes de la Universidad del Tolima. Vive y trabaja en Ibagué, Tolima, Colombia.