“¿Qué es un siglo?” Con esta pregunta se abre el primer capítulo del libro homónino, que Alain Badiou, escribió en 2005 para intentar comprender la “pasión” que envolvió el siglo XX. Ahora, es una pregunta que podríamos intentar formularnos cuando se cumple, precisamente, un siglo (¡cien años!) de finalización de la Primera Guerra Mundial, la Gran Guerra.
Durante estos cien años generaciones han presenciado un vertigioso cambio en sus modos de estar que, si de casualidad pudiéramos pasar unos días en 1918, no haríamos más que extrañar nuestras comodidades de este siglo XXI. Bueno, a decir verdad, sólo algunas. También, estas generaciones han presenciado grandes avances en diferentes campos del conocimiento humano, entre ellas las ciencias, las artes y las humanidades, campos que en el último siglo tuvieron su explosión y consolidación. Y también, a nuestro pesar, se produjeron dos guerras mundiales.
Es de vital importancia volcar nuestra escasa atención -últimamente envuelta en un sinfín de preocupaciones- en recordar las convulsiones que como sociedad, tuvimos que enfrentar durante los años que duró esta confrontación (1914 – 1918), y cuyos efectos se dejaron sentir durante las siguientes décadas, puesto que, al parecer, estamos nuevamente construyendo los consensos que llevaron al surgimiento de esas guerras, como lo alertaría el Secretario General de la ONU, António Guterres, durante la ceremonia de conmemoración de los cien años de finalización de la Primera Guerra Mundial, el pasado 11 de noviembre.
Y Guterres no es el único. De alguna u otra forma, estamos siendo testigos cómo, a través de los titulares de las cadenas masivas de comunicación, lo que creíamos superado -esa vana intención de manejar y neutralizar cualquier intento de totalitarismo-, se está tornando en una realidad a la cual aún no sabemos como reaccionar. Pareciera que las generaciones que se han formado en las últimas décadas, han perdido, y nosotros con ellos, la capacidad de generar los controles necesarios que eviten la conquista del fascismo y de la xenofobia: estamos estupefactos; estamos permitiendo que los extremos nos dominen otra vez de maneras casi invisibles.
Es importante no dejar pasar esta conmemoración -estos cien años de olvido- para detenernos a ver, a recordar, a re-vivir, las extremas consecuencias que se derivaron de esos 4 años aciagos de la Gran Guerra, y que trastocaron para siempre nuestro sentimiento de humanidad, haciendo más difíciles los procesos de reconciliación como el que se vive ahora en Colombia.
Recordar la devastación y la muerte que nos visitó por millones -y que inauguró esta indolencia moderna con la cual hacemos de lado lo que no queremos que nos importe- para intentar detener de alguna forma, la amenaza fantasma que se ha instalado en nuestras conciencias y que me hace atisbar, desafortunadamente, un abismo como esos que ya hemos visto en ese siglo pasado, que aunque pasado, no es lejano.
Termino este recordatorio, resaltando algunos versos del poema de Osip Mandelstam El siglo, poema que Badiou estudia en su libro sobre el siglo XX:
Siglo mío, bestia mía, ¿quién sabrá
Hundir los ojos en tus pupilas
Y pegar con su sangre
Las vertebras de las dos épocas?
El constructor de sangre a mares
Vomita cosas terrestres.
El vertebrador se estremece apenas
En el umbral de los días nuevos.
*Publicado originalmente en http://lapipa.co/ el 15 NOV 2018