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DE LA REPETICIÓN (1)

Recuerdo cuando estaba sentado en mi taller haciendo un intento de escritura y de repetición. El intento consistía en escribir una y otra vez las palabras: un paisaje, una acción, un cuerpo, una representación. En la petición que le hacía a esas cuatro palabras, se fue configurando la imagen de una mesa y dos sillas. En el momento en que se sintetiza esta imagen, nace un nuevo estadio que lo puedo denominar como un estadio de la conversación. Empecé a construir un dialogo con todas las líneas de pensamiento con las cuales había trabajo hasta ese (este) momento: el paisaje, como si fuera un centro de acción; los ejercicios de video y los ejercicios de fotografía; los estados reflexivos en los que entro cuando estoy frente a mi trabajo. En ese diálogo, en esa conversación, hallé que un punto de atención que siempre había estado en todo lo que había pensado era, un estado de la repetición.

El anterior párrafo (con pequeñas diferencias a como se presenta ahora), lo leí hace unos días en la presentación sobre un proyecto de arte que estoy adelantando. La idea de la repetición, de un estado de la repetición, la empecé a elaborar en un anterior escrito que se titule Por favor, rebobinar, siguiendo la novela, que con el mismo nombre, escribiera Alberto Fuguet en el año 1991. Desde ese momento, los actos repetitivos son los que han guiado últimamente casi todas mis reflexiones. En mi trabajo, en mis acciones cotidianas, trato de encontrar indicios, llamados a la repetición, para me ayude a organizar un discurso, un forma de proceder y de pensar.

Pienso la repetición como una petición a un estado de normalidad, que produce estados de concentración y que ancla ideas para convertirlas en estados de posibilidad.

El estado de normalidad es una condición que ayuda a atribuir características a los objetos, a las acciones, a los acontecimientos con los que nos rodeamos a diario, pues al reiterar en un aspecto de un objeto, de una acción, de un acontecimiento, esta se torna categoría del mismo, y ayuda a su identificación posterior. Un estado de normalidad, puede ser aquel que nos ayuda a encontrar todos nuestros objetos cada día sobre nuestra mesa de trabajo. Un estado de normalidad también puede ser el que nos permite reconocer a un amigo desde la distancia, por su forma de caminar, por su forma de vestir.

El estado de concentración, permite elaborar categorías de objetos, de acciones, de acontecimientos, ponerlas todas en un solo punto, en un centro, para, dejarlas en la memoria y utilizarlas cuando se requieran, cuando se las invoque. Si tenemos un objeto, un lápiz, por ejemplo, al observarlo una y otra vez, encontramos características del mismo, como su tamaño, su textura, su forma, las concentramos, las guardamos bajo un mismo punto (que puede ser una palabra), e invocando al estado de normalidad, las usamos después, nuevamente, para identificar un objeto con las mismas características.

Ahora, cuando todo está anclado en un punto, se pueden crear un estado de posibilidad, que puede ser el que le otorga nuevas dimensiones a un objeto, a una acción, a un acontecimiento. Una posibilidad, puede ser cuando un objeto es usado como para una función diferente para la que fue producido(2).

Intente buscar en mi proyecto, un estado de normalidad, un estado de concentración y un estado de posibilidad, cuando inicie un ejercicio de teclear dos frases en una página (primero lo hice con un procesador de palabras. Después intenté hacerlo en la vieja máquina de escribir que hay en mi casa). Las frases que escogí fueron: Yo ya he estado aquí. Yo ya he estado allá.

La primera frase que encontré fue yo ya he estado aquí. Cuando la leí, me cautivó. Pensando en ella, encontré que habla de un tiempo pasado, de un tiempo que tuvo lugar en un espacio y tiempo específico. En un espacio y tiempo específico que tiene una condición de proximidad, de lo próximo, de lo cercano, de lo que se puede recordar y rememorar. Porque cuando se dice yo ya he estado aquí, se habla que se está recordando un lugar que se tenía olvidado, que ya se ha visto. Para mí, ese lugar, ese yo ya he estado aquí, se concentró en la calle en la que vivido desde hace mas de una década. En el ejercicio de repetición de estas dos frases, buscando un estado de normalidad, fui recordando situaciones que habían sucedido en esa calle y que las actualizo todos los días, que se actualizan todos los días, cuando salgo y entro a mi casa. También, situaciones que habían sucedido y que ya no podían ser actualizadas. En la presentación que hacía de mi proyecto hace unos días, leía:

Recordar que en esa calle hay una casa abandonada; que ahora hay menos moteles que los que había cuando llegué a vivir allí; que mi casa ha servicio como sede de varios negocios; que algunos otros negocios han perdurado con los años; que la Universidad Católica compró casi todos los predios de un lado de la calle; que frente a mi casa hay unos vecinos con una casa ambulante; que deben vivir unas 100 personas en el único edificio de apartamentos; que en la esquina de la 13 han funcionado varios bares; es ver que como un lugar va cambiando, se va construyendo y reconstruyendo, y ver como las personas también van cambiando, construyendo y reconstruyéndose con ese lugar. Una vez escribí que los lugares determinan las experiencias. Creo que una persona envejece como envejecen los lugares, que cambian como cambian los lugares. [Cuando volví a visitar la calle y el barrio en donde crecí, la impresión más fuerte que tuve fue que las dimensiones no eran como las recordaba: todo era más pequeño.]

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En algún otro momento, trabajando con unos colegas el texto de Jacques Rancière Sobre políticas estéticas(3), se hablaba de la experiencia y su relación con la comunidad. La experiencia junto con la comunidad comparte una sensibilidad en un espacio-tiempo específico. Rancière habla de la división de lo sensible como la forma en que se organiza y se distribuyen y redistribuyen espacios y tiempos que comparten un grupo de personas, y se la a la política la función de realizar esta división. Rancière dice: “La política consiste en reconfigurar la división de lo sensible, en introducir sujetos y objetos nuevos, en hacer visible aquello que no lo era, en escuchar como a seres dotados de la palabra a aquellos que eran considerados como seres ruidosos”(4). Pero no solo la política realiza esta división, puesto que Rancière está construyendo una relación de la política con la estética: “La relación entre estética y política es entonces, más concretamente, la relación entre estética de la política y la ‘política de la estética’, es decir en la manera en que las prácticas y las formas de visibilidad del arte intervienen en la división de lo sensible y en su reconfiguración, en el que recortan espacios y tiempos, sujetos y objetos, lo común y lo particular”(5). Para Rancière tanto la política y la estética son dos formas de división de lo sensible.

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Hago esta referencia a las lecturas del libro de Rancière, porque siento que se aproximan a las especulaciones que tengo con la repetición. Lo pienso cuando en los ejercicios de repetición se buscan nuevas posibilidades, que como en mi proyecto se centran y concentran en el hecho de recordar, ya que cuando se recuerda, se vuelve a poner presente la experiencia (el estar en un espacio y tiempo específicos) que se tuvo.

Recordar, volver a pensar, volver a leer, como en las prácticas y formas de visibilidad del arte, permiten obtener información que se había perdido, que no estaba y que se vuelven a detectar cuando se hace el ejercicio de estar presente de nuevo, pero esta vez acudiendo a la memoria.
Y aunque este ejercicio sea individual, casi autobiográfico, siempre está relacionado con una memoria colectiva. En palabras de George Perec: “… en el trabajo sobre Yo me acuerdo, es que no soy el único que se acuerda. (…). Eso funciona como una especie de apelación a la memoria porque se trata de algo compartido. Es muy diferente de una autobiografía, de la exploración de los propios recuerdos, los importantes, los ocultos. Es un trabajo que arranca de la memoria común, de la memoria colectiva”(6).

Y no puede ser de otro modo, pues la memoria colectiva, se construye con los estados de normalidad y de concentración que compartimos comúnmente con otras personas. Un podría se, que cuando comúnmente decimos la palabra gato, hacemos la petición a nuestro interlocutor que represente al animal gato como nosotros lo representamos cuando decimos la palabra gato. Hacemos la petición a lo que comúnmente se conoce como gato (el animal) y se representa con la palabra gato, sea invocado, recordado, sacado de la memoria, del estado de concentración, para que nos ayude a organizar nuestra conversación y no llegar a un malentendido. Porque bien puede ser que nuestro interlocutor represente al animal gato como el animal, por decir uno, ornitorrinco, cuando oiga la palabra gato.

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La memoria es un estado de concentración. Recordar es un estado de posibilidad. Recordar ayuda a buscar formas nuevas de visibilidad. Pero quizá, desde un punto que es singular, pero que esta compartiendo un espacio y un tiempo específico con una comunidad.

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NOTAS
(1) Por favor, rebobinar. Esta vez, no lo olvide.
(2) El Colectivo Bricolaje (Pablo Adarme, Carolina Salazar y Sandra Mayorga) trabajaron esta idea. “Un frasco de mermelada puede servir como vaso de mesa, como florero o para guardar botones; cualquier neumático de automóvil puede ser útil como soporte de mesa o columpio o incluso para hacer suelas de zapatos”. Ver http://www.m3lab.info/portal/?q=node/2053 (Revisado 10/11/2009).
(3) RANCIÈRE, Jacques. Sobre políticas estéticas. Universitat Autònoma de Barcelona. Barcelona, 2005.
(4) Ibid, pág 19.
(5) Ibid.
(6) PEREC, Georges. Naci: textos de la memoria y el olvido. Abada Editores. Madrid, 2008.

USTED ESTÁ BAJO ARRESTO

Este escrito será construido como una reflexión a partir de la conferencia titulada El derecho como conjuro, que la abogada Julieta Lemeitre dictó en el Seminario Especial de la Maestría en Artes Plásticas y Visuales de la Universidad Nacional de Colombia, cuyo tema de trabajo para el segundo semestre de 2009 fue El fantasma: imagen, duelo y memoria.

No hay razones claras que me lleven a pensar y a realizar un texto sobre este tema, siendo yo totalmente lego en el derecho. Pero la escasa relación que tengo con el ámbito de las leyes y las normas, la obtuve del trabajo de mi padre, quién estuvo vinculado toda su vida laboral a la Rama Judicial, siendo su última ocupación la de Auxiliar Judicial. Y es en esta escasa relación, que lo propuesto por Julieta Lemeitre en su conferencia, me invocó a reflexionar un poco más sobre las normas, lo normal, mi normalidad.

Me gustaría iniciar esta reflexión con una historia que data del tiempo en que mi padre laboraba como Auxiliar Judicial. Entre unos de los extensos procesos que se debían revisar, generalmente procesos de segunda instancia, hubo uno que vinculaba a una persona que fue detenida por rebelión. La detención, el arresto, se produce en un parque mientras esta persona se encontraba sentada descansando. Unas de las razones que aduce el proceso para hacer la imputación del delito, es el haber encontrado cerca del detenido, revistas alusivas a las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia – FARC. No recuerdo datos más precisos acerca de las circunstancias de este arresto, pero recuerdo mucho la presentación que mi padre hizo del mismo y de la argumentación, que se centraba en la culpabilidad del detenido por el hecho irrefutable que haber sido encontrado cerca a las revistas. En su momento, mi pensamiento fue contrario a esta argumentación, pues pensaba que el hecho de encontrar la revista cerca del detenido, no era una evidencia válida para sustentar un caso, pues las revistas podrían haber sido abandonadas por otra persona en otro momento, y el detenido no haber sido consciente de ello.

Cuando conocí esta historia, la idea que se fue formando, nacida de las circunstancias de ese arresto, fue lo fácil que puede ser que cualquier persona sea involucrada en un acto delictivo, sólo por encontrarse en el lugar y momento equivocados. Y esta idea que me ha acompañado desde ese momento, me ha hecho cauto y reservado, especialmente con figuras normativas, con la policía.(1)

Las apariencias engañan
La norma, lo normativo, lo normal, se relaciona con algún tipo de verdad, de lo verdadero, de lo real. Las evidencias que se obtienen en un proceso jurídico, están en el sentido de lo que es considerado normal. (Pero puede no serlo). En la historia que introduje anteriormente, el valor de la evidencia se da por una condición de proximidad. Si llegado el caso, no hubiera tal condición, no se podría haber hecho una tipificación de delito. Para las personas que llevaban este caso, esta condición de proximidad, es lo que determina inflexiblemente la culpabilidad del detenido. Se convierte en la verdad que sustentará todo el caso. Pero esta verdad, como si fuera normal, puede ser controvertida por otro sentido de lo verdadero, y en últimas, por el mismo lenguaje.

En la gran cantidad de ejemplos, que sobre la justicia oral tenemos de las series televisivas estadounidenses, se puede ver como la oratoria es la que termina organizado o poniendo la balanza a favor o en contra del acusado. El lenguaje, las palabras, se comportan como si fueran una prueba, una evidencia.

Con las palabras se puede construir una sensación, una idea, un ámbito. El lenguaje da un sentido de normalidad a nuestras relaciones interpersonales. (Cuando decimos la palabra gato, hacemos la petición a nuestro interlocutor que represente al animal gato como nosotros lo representamos. Hacemos la petición a lo que normalmente se conoce – animal – y se representa con la palabra gato, para que nos ayude a organizar nuestra conversación sin que se llegue a un malentendido. Por que bien puede ser, que nuestro interlocutor represente al animal gato como el animal ornitorrinco cuando oiga la palabra gato).

Este sentido de la normalidad, de lo normal, que buscamos en el lenguaje, nos puede ayudar a pensar, a encontrar y verificar un estado de lo posible. Con los nuevos sistemas de comunicación social, por ejemplo, las redes sociales que pululan por internet (Myspace, Orkut, Hi5, Facebook(2), Twitter), se está proponiendo formas nuevas de relaciones entre personas. Se construyen ideas de lo que se puede hacer y de lo que no se puede hacer, de lo que puede llegar a ser la norma, lo normal. (Es normal estar en una red social, pues, mis amigos están en ella. Es normal tener un teléfono móvil, pues, es la única forma para comunicarse). La posibilidad de las redes sociales virtuales está en tener e interactuar con los amigos de una forma que puede ser la de la presencia sin rostro, del como si yo estuviera allí contigo. Esta presencia sin rostro de las redes sociales se está transformando en el sentido de normalidad de nuestras relaciones interpersonales. Es como un nuevo lenguaje, una nueva forma de representación.
Con esto pienso que, como en la historia inicial, cuando se está en condiciones de proximidad, cuando todo se propone cercano a mí, a mis intereses, como el estar o no expuesto a una red social, se puede tomar como evidencia de una normalidad en las relaciones personales. Pero como lo mencioné, puede ser que haya otro sentido de normalidad, que bien puede ser el no estar en una red social virtual, o no tener teléfono móvil. (Aún se puede escribir una carta. Todavía se puede llamar al teléfono fijo y dejar un mensaje en la máquina contestadora).

No sabe, no responde
En este momento tengo que hacer una salvedad: probablemente algunos de mis razonamientos pueden caer en prejuicios cognitivos, predisposiciones a tomar ciertas argumentaciones como ciertas, como verdaderas. Tengo presente que muchas de las situaciones a las que me enfrenté, o me he enfrentado desde la niñez, me han enseñado tipos de comportamiento que me han permitido dilucidar elementos de repetición en y frente a ciertas circunstancias. Por ejemplo, si vemos la reiteración que tengo en escuchar alguno tipo de música, puede resultar en el hecho que digan que a mí me gusta la música rock. Nuestros comportamientos delimitan una forma de pensar y de actuar. En el mundo de la información, de las redes sociales, como una nueva forma de representación, está pasando que, por analogía, por condiciones de proximidad, también se está definiendo la forma de ser de una persona. Ahora un sentido de normalidad, es que los empleadores antes de contratar a un aspirante, acudan a los perfiles de las redes sociales para ver cualidades, intereses, de la persona que se quiere contratar(3).

Detenidos
De alguna forma todos estamos bajo arresto. El sentido de normalidad que invocamos, el que nos permite establecer relaciones económicas, sociales, familiares, sentimentales, se encuentra cada día redefiniéndose y volcándose en opciones que antes no estaban previstas. Las normas, aquellas a las que se les pide que mantengan un orden, un orden sobre un caos, son producidas por humanos y para humanos, y por lo tanto su nivel de comprensión, de modulación, se conforma y reconforma en el momento de una argumentación, de una exposición.

Estamos bajo arresto, detenidos por una libertad de acción, de pensamiento, de libre conformación de la personalidad. Detenidos por un discurso que posibilita un intercambio entre personas, discurso que puede ser modulado arbitrariamente. El que ostenta el poder, cualquiera que sea éste, dará nuevos significados al lenguaje. El que ostenta el poder promueve una agenda. La agenda del terrorismo, por ejemplo, permitió a los Estados Unidos promover la invasión a Irak. Una agenda es la puesta en juego de una forma de pensar del deber ser de las relaciones entre las personas en un país, en un territorio, en una cultura. La propensión a la toma de acciones y decisiones que ya no son las de nosotros.

El sentido de normalidad que debemos invocar, debe ser uno en donde la norma, lo normal, sea el disenso. Disenso como acto revelador, que brinda gotas de verdad, de realidad sobre algo que está pasando, que pasa o pasará. Disenso como indicador del cómo se normaliza una forma de proceder, de pensar, de ver el mundo mudo.

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Antes de terminar, me gustaría referirme un poco al arte. Y lo hago tomando las palabras de Ricardo Arcos-Palma en su ponencia Jacques Rancière: Estética, ética y política que presentó en el II Congreso Colombiano de Filosofía, realizado en Cartagena en el año de 2008. Va a ser una cita extensa, pero es importante que sea así. La cita inicia con las siguientes palabras de Rancière,

“‘Una vez más, no hay arte sin una forma específica de visibilidad y de discursividad que le identifique como tal. No hay arte sin un cierto repartimiento de lo sensible que lo vincula a una cierta forma de política. La estética es tal compartir. La tensión de dos políticas amenaza el régimen estético del arte. Pero es también lo que le hace funcionar. Apartar estas lógicas opuestas y el punto extremo donde una y otra se suprimen no nos conducen de ninguna manera a declarar el fin de la estética, como otras declaran el fin de la política, de la historia o de las utopías. Pero esto puede ayudarnos a comprender, las coacciones paradójicas que pesan sobre el proyecto aparentemente bastante simple de un arte “crítico”, poniendo en la forma de la obra la explicación de la dominación o la confrontación de lo que el mundo es con lo que podría ser.(4)’
Sin duda aquí el filósofo se refiere a ese mundo que se puede construir, como una posibilidad, donde la transformación y el cambio serían los elementos que impulsarían un arte crítico a venir. No que el arte crítico genere tal cambio y transformación sino que él hace parte de tales condiciones históricas. En estos términos, el fin de la política, de la historia y de la estética que se anuncia desde hace varias décadas, no es sino el resultado de un pensamiento uniformizante y conservador que tiende a diluir toda posibilidad de cambio y transformación”(5) .

Puedo arriesgar mucho diciendo que, el pensamiento uniformizante y conservador que tiende a diluir las posibilidades de cambio y transformación, como lo menciona Arcos-Palma, no sólo se circunscribe al arte, a la historia, a la política y a la estética. También puede ser encontrado en nuestros actos cotidianos y nuestras relaciones con otros seres humanos. Siempre habrá una policía(6) controlando todos nuestros movimientos, acciones y pensamientos. Y la policía puede ser cualquiera, una para cada movimiento, para cada acción, para cada pensamiento.

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Las historias son muchas. Muchas personas han sido puestas bajo arresto por los indicios vagos y evidencias dudosas, por crímenes que no cometieron, por delaciones voraces y sin sustento, por una agenda.

Sólo nos queda buscar el disenso, un nuevo lenguaje. Detenidos, bajo arresto buscando el disenso que nos permita hallar una nueva normalidad(7).

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Citas
(1) En Estados Unidos se usa la Advertencia Miranda, cuando una persona es puesta bajo arresto. Un parte de la advertencia reza: Tiene el derecho a guardar silencio. Cualquier cosa que diga puede y será usado en su contra en un tribunal de justicia…
(2) Puede ser sintomático, pero en las últimas reuniones con mis amigos, el tema de conversación ha rondado sobre el estar o no en Facebook.
(3) Y no solamente los empleadores. Los investigadores judiciales buscan también condiciones de proximidad en todo a lo que se haya hecho click para sustentar un caso (proceso Nicolás Castro); o en archivos informáticos, en publicaciones, (proceso Miguel Ángel Beltrán).
(4) Rancière, Jacques. Malaise dans l’esthétique. Paris : Galilée, 2004, Pág 63. – Citado por Ricardo Arcos-Palma.
(5) ARCOS-PALMA, Ricardo. Jacques Rancière: Estética, ética y política. Ponencia presentada en II Congreso Colombiano de Filosofía. Cartagena, 2008. Consultada en http://www.docentes.unal.edu.co/rjarcosp/docs/EST%3FTICA_Y_POL%3FTICA_EN_LA_FILOSOF%3FA_DE_JACQUES_RANCI%3FRE.pdf el día 09/12/2009.
(6)En el sentido del término como lo trabaja Jacques Racière en el libro Sobre políticas estéticas.
(7) La verdad no existe, solo existe el lenguaje.

Como si fuera un discurso

Hoy, con estas breves palabras, trato de dar cuenta, qué es lo que ha pasado durante estas semanas de trabajo. [Semanas de trabajo que se cuentan desde el primer Corte de Tesis]. Este será entonces un nuevo intento. Un intento de re-escritura. Cada intento es un ejercicio. Un ejercicio de concreción, de concentración, de pensamiento, de comunicación, de reflexión. Primero: encontrar. Segundo: escribir. Tercero: Leer, releer. Stop and go.

Recuerdo cuando estaba sentado en mi taller, en estos talleres, haciendo un intento de escritura y de repetición. El intento consistía en escribir una y otra vez las palabras: un paisaje, una acción, un cuerpo, una representación. En la petición que le hacía a esas cuatro palabras, se fue configurando la imagen de una mesa y dos sillas. En el momento en que se sintetiza esta imagen, nace un nuevo estadio del proyecto, que lo puedo denominar un estadio de la conversación. Empecé a construir un dialogo con todas las líneas de pensamiento con las cuales había trabajo hasta ese (este) momento: el paisaje, como si fuera un centro de acción; los ejercicios de video y los ejercicios de fotografía; los estados reflexivos en los que entro cuando estoy frente a mi trabajo y en todas las ideas que han rodado sobre este proyecto. En ese diálogo, en esa conversación, hallé que un punto de atención que siempre había estado en todo lo que había pensado, era la insistencia en el lugar, en el entorno. Con el trascurrir de cada uno de los ejercicios, el punto de atención se concentró en la calle en la que he vivido desde hace ya más de una década. La escogencia de este lugar puede no ser casual. Pero el conocer y reconocer esta calle me permitió notar que, muchas de las ideas que trataba de poner en la palabra paisaje, las podía encontrar en la calle en la que he vivido.

Recordar que en esa calle hay una casa abandonada; que ahora hay menos moteles que los que había cuando llegué a vivir allí; que mi casa ha servicio como sede de varios negocios; que algunos otros negocios han perdurado con los años; que la Universidad Católica compró casi todos los predios de un lado de la calle; que frente a mi casa hay unos vecinos con una casa ambulante; que deben vivir unas 100 personas en el único edificio de apartamentos; que en la esquina de la 13 han funcionado varios bares; es ver que como un lugar va cambiando, se va construyendo y reconstruyendo, y ver como las personas también van cambiando, construyendo y reconstruyéndose con ese lugar. Una vez escribí que los lugares determinan las experiencias. Creo que una persona envejece como envejecen los lugares, que cambian como cambian los lugares. [Cuando volví a visitar la calle y el barrio en donde crecí, la impresión más fuerte que tuve fue que las dimensiones no eran como las recordaba: todo era más pequeño.]

Recordando, se vuelve a poner presente la experiencia que se tuvo frente a un lugar: Yo ya estuve allá, ahora estoy aquí.

Estoy trayendo aquí, recuerdos, palabras, fotografías, acciones, registros de lo que veo, de lo que se ve desde mi punto de vista, de la calle, de mi calle. Estoy trayendo aquí el punto de vista de una persona que habita un lugar.

Quisiera terminar con unas palabras de Georges Perec sobre su proyecto Yo me acuerdo que dicen:

“… en el trabajo sobre Yo me acuerdo, es que no soy el único que se acuerda. (…). Eso funciona como una especie de apelación a la memoria porque se trata de algo compartido. Es muy diferente de una autobiografía, de la exploración de los propios recuerdos, los importantes, los ocultos. Es un trabajo que arranca de la memoria común, de la memoria colectiva”.

Este proyecto, como lo que se ve, como lo que veo, (como el paisaje), son como sí una memoria colectiva nos rodeara y nos hablará de cada cosa que nos determina como habitantes de un mismo lugar, de una misma historia: la historia de la calle 48 entre 13 y Caracas.

Javier Viviescas: Un asunto de repetición

Yo ya he estado aquí. Yo ya he estado allá. Yo ya he estado aquí. Yo ya he estado allá. Yo ya he estado aquí. Yo ya he estado allá. Yo ya he estado aquí. Yo ya he estado allá. Yo ya he estado aquí. Yo ya he estado allá. Yo ya he estado aquí. Yo ya he estado allá. Yo ya he estado aquí. Yo ya he estado allá. Yo ya he estado aquí. Yo ya he estado allá. Yo ya he estado aquí. Yo ya he estado allá. Yo ya he estado aquí. Yo ya he estado allá. Yo ya he estado aquí. Yo ya he estado allá. Yo ya he estado aquí. Yo ya he estado allá. Yo ya he estado aquí. Yo ya he estado allá. Yo ya he estado aquí. Yo ya he estado allá. Yo ya he estado aquí. Yo ya he estado allá. Yo ya he estado aquí. Yo ya he estado allá. Yo ya he estado aquí. Yo ya he estado allá. Yo ya he estado aquí. Yo ya he estado allá. Yo ya he estado aquí. Yo ya he estado allá. Yo ya he estado aquí. Yo ya he estado allá. Como cuando estaba de unos 10 años y me dijeron que para calmar la ansiedad debía golpear una y otra vez un balón en una pared. (Siguiendo una idea sobre el cansancio físico). Yo ya he estado aquí. Yo ya estado allá. Yo ya he estado aquí. Yo ya he estado allá. Yo ya he estado aquí. Yo ya he estado allá. Yo ya he estado aquí. Yo ya he estado allá. Yo ya he estado aquí. Yo ya he estado allá. Yo ya he estado aquí. Yo ya he estado allá. Yo ya he estado aquí. Yo ya he estado allá. Yo ya he estado aquí, Yo ya he estado allá. Yo ya he estado aquí, Yo ya he estado allá. Yo ya he estado aquí. Yo ya he estado allá. Yo ya he estado aquí. Yo ya he estado allá. Yo ya he estado aquí. Yo ya he estado allá. Yo ya he estado aquí. Yo ya he estado allá. Yo ya he estado aquí. Yo ya he estado allá. Yo ya he estado aquí. Yo ya he estado allá. La verdad no recuerdo. No hay un recuerdo claro de cómo empezó el movimiento de indigestión. En algún momento el estado de ansiedad estaba, y no se pudo hacer nada con él. Sólo dejarlo llevar. El único inconveniente, fue el tiempo que tomó volver a la normalidad. Yo ya he estado aquí. Yo ya he estado allá. Yo ya he estado aquí. Yo ya he estado allá. Yo ya he estado aquí. Yo ya he estado allá. Yo ya he estado aquí. Yo ya he estado allá. Yo ya he estado aquí. Yo ya he estado allá. Yo ya he estado aquí. Yo ya he estado allá. Yo ya he estado aquí. Yo ya he estado allá. Yo ya he estado aquí. Yo ya he estado allá. Yo ya he estado aquí. Yo ya he estado allá. Yo ya he estado aquí. Yo ya he estado allá. Yo ya he estado aquí. Yo ya he estado allá. Por las barbas de mi abuelo. Por las plumas de mi abuelo. Yo ya he estado aquí. Yo ya he estado allá. Yo ya he estado aquí. Yo ya he estado allá. Yo ya he estado aquí. Yo ya he estado allá. Yo ya he estado aquí. Yo ya he estado allá. Yo ya he estado aquí, Yo ya he estado allá. Yo ya he estado aquí. Yo ya he estado allá. Yo ya he estado aquí. Yo ya he estado allá. Yo ya he estado aquí. Yo ya he estado aquí. Yo ya he estado allá. Yo ya he estado aquí. Yo ya he estado allá. Yo ya he estado aquí. Yo ya he estado allá. Yo ya he estado aquí. Yo ya he estado allá. Yo ya he estado aquí. Yo ya he estado allá. Yo ya he estado aquí. Yo ya he estado allá. Yo ya he estado aquí. Yo ya he estado allá. Yo ya he estado aquí. Yo ya he estado allá. Esto lo leí en algún lugar. Tampoco está presente en el presente. Yo ya he estado aquí. Yo ya he estado allá. Yo ya he estado aquí. Yo ya he estado allá. Yo ya he estado aquí. Yo ya he estado allá. Yo ya he estado aquí. Yo ya he estado allá. Yo ya he estado aquí. Yo ya he estado allá. Yo ya he estado aquí. Yo ya he estado allá. Yo ya he estado aquí. Yo ya he estado allá. Yo ya he estado aquí. Yo ya he estado aquí. Yo ya he estado allá. Yo ya he estado aquí. Yo ya he estado allá. Yo ya he estado aquí. Yo ya he estado allá. Yo ya he estado aquí. Yo ya he estado allá. Yo ya he estado aquí. Yo ya he estado allá. Yo ya he estado aquí. Yo ya he estado allá. Yo ya he estado aquí. Yo ya he estado allá. Yo ya he estado aquí. Yo ya he estado aquí. Yo ya he estado allá. ¿Cuál sería una pregunta? ¿Cuál sería la relación con el entorno? ¿Con el paisaje? Es una condición, el estar aquí, el estar allá, una condición de lo que se ve, de lo que veo. Yo ya he estado aquí. Yo ya he estado aquí. Yo ya he estado allá. Yo ya he estado aquí. Yo ya he estado allá. Yo ya he estado aquí. Yo ya he estado allá. Es sólo un momento. Es sólo un instante. Yo ya he estado aquí. Yo ya he estado allá. Yo ya he estado aquí. Yo ya he estado allá. Yo ya he estado aquí. Yo ya he estado allá. Yo ya he estado aquí. Yo ya hestado aquí. Yo ya hestado allá. Yo ya he estado aquí. Yo ya he estado allá. Yo ya he estado aquí. Yo ya he estado allá. Yo ya he estado aquí. Yo ya he estado allá. Yo ya he estado aquí. Yo ya he estado aquí. Yo ya he estado allá. Yo ya he estado aquí. Yo ya he estado allá. Yo ya he estado aquí. Yo ya he estado allá. Yo ya he estado aquí. Yo ya he estado allá. Yo ya he estado aquí. Yo ya he estado allá. Yo ya he estado aquí. Yo ya he estado allá. Yo ya he estado aquí. Yo ya he estado aquí. Yo ya he estado allá. Yo ya he estado aquí. Yo ya he estado allá. Yo ya he estado aquí. Yo ya he estado allá. Pensando en el sonido que alguna vez escuche cuando paseaba. Yo ya he estado aquí. Y pensando en los olores que recorrían esos paseos. Yo ya he estado allá. Yo

94: Me acuerdo cuando me dejaban castigado en el colegio. Eso lo escribió Georges Perec. ¿Yo también me acuerdo?

Repito

Repito y Repita se fueron a nadar, Repito se ahogó. ¿Quién quedó? Repita. Repito y Repita se fueron a nadar, Repito se ahogó. ¿Quién quedó? Repita. Repito y Repita se fueron a nadar, Repito se ahogó. ¿Quién quedó? Repita. Repito y Repita se fueron a nadar, Repito se ahogó. ¿Quién quedó? Repita. Repito y Repita se fueron a nadar, Repito se ahogó. ¿Quién quedó? Repita. Repito y Repita se fueron a nadar, Repito se ahogó. ¿Quién quedó? Repita. Repito y Repita se fueron a nadar, Repito se ahogó. ¿Quién quedó? Repita. Repito y Repita se fueron a nadar, Repito se ahogó. ¿Quién quedó? Repita. Repito y Repita se fueron a nadar, Repito se ahogó. ¿Quién quedó? Repita. Repito y Repita se fueron a nadar, Repito se ahogó. ¿Quién quedó? Repita. Repito y Repita se fueron a nadar, Repito se ahogó. ¿Quién quedó? Repita. Repito y Repita se fueron a nadar, Repito se ahogó. ¿Quién quedó? Repita. Repito y Repita se fueron a nadar, Repito se ahogó. ¿Quién quedó? Repito.

Escrito No. 01 (Como si fuera un Borrador) 09/10/09

[Este será un nuevo intento. Cada intento es nuevo ejercicio. Un ejercicio de escritura, de concreción, de pensamiento, de comunicación, de reflexión. Primero: encontrar. Segundo: escribir. Tercero: Leer, releer. Stop and go].

POR FAVOR, REBOBINAR(1)

“Soy un maestro del zapping, de la cultura de la apropiación. Digamos que afano, pirateo, robo sin querer. Es como si tuviera un digital sampler en mi mente que funcionara a partir de puras imágenes. No soy un tipo creativo. No invento, absorbo. Trago”. (Fuguet, 1999: 22)

La última vez que estuve frente a un VHS, fue hace unas semanas cuando necesita hacer una copia de un documental que necesitaba. El documental lo había conseguido por intermedio de un conferencista al cual había apoyado en su trabajo. Desde ese momento lo olvide, no lo revise, sólo lo almacené. Hace unas semanas estaba apoyando a otro conferencista. Le ayudaba a organizar su presentación. En algún momento de una conversación preparatoria, recordé el documental olvidado, lo traje a colación y lo propuse como material de apoyo. Esta propuesta significó una serie de operaciones para lograr que el documental estuviera a disposición durante la conferencia.

Se puede decir que ahora es muy fácil acceder a cualquier material audiovisual. Se puede decir que con sólo un movimiento de dedos sobre el teclado de un computador con conexión a internet, yendo a http://youtube.com se puede conseguir cualquier material que se requiera. (Y sí, todo se consigue en YouTube. Bueno, yo diría que casi todo). Que el vendedor de películas piratas te ayuda a ubicar ese material que tanto se anhela. Pero, en el momento en que cual yo obtuve mi copia del documental no era así. Esa vez, la logística se conformó en buscar dos VHS, hacer las conexiones, comprar el casete y hacer la copia sincronizando manualmente.

Ahora la logística para llevar la copia del documental del casete de VHS al DVD, fue un poco similar: desempolvar el olvidado VHS, buscar el grabador de DVD (como los VHS pero que graba en DVDs) y hacer la misma operación de sincronización manual.

Esta vez sí el documental. Seguí la actualización del archivo de VHS a DVD. Me enteré lo que contenía ese archivo olvidado y hice la tarea: el documental estaba listo para ser visto con los nuevos aparatos de reproducción de archivos digitales. Al finalizar la actualización, sólo hice lo que por tanto tiempo se hacía con los casetes de VHS: rebobinar la cinta, dejarla en el punto de inicio para que esté lista para la próxima vez que se vaya a ver. Mientras el VHS ponía la cinta en el punto de inicio, me detuve a escuchar el sonido de la máquina y… el pensamiento se devolvió a otro tiempo, a otro punto, a otro estado.

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El contenido de la cinta de un casete, tiene guardado para sí un contenido que solo puede verse cuando se junta con el reproductor, que conoce el código contenido y lo puede traducir, lo puede leer. Como cuando uno sigue las letras puestas en una hoja de papel y las convierte en sonido. Las convierte siguiendo una clave de lectura, una forma de ver, que si pensamos en el idioma español, se da si seguimos la lectura de la línea de palabras de izquierda a derecha. Esto también pasa con el reproductor de casetes de VHS: hace la lectura de izquierda a derecha de los impulsos magnéticos contenidos en la cinta.

Rebobinar, volver al punto de inicio, es hacer un mismo recorrido que ya se había hecho. Es desandar lo que ya se había hecho y visto. Dejar las cosas en un estado inicial, de potencia, para que se puedan volver a ver. No sé si cuando se lee, y se devuelve sobre una frase, un párrafo, no se estará rebobinando las ideas que ya se leyeron para poner un poco de atención sobre lo que quedo sin comprender.

Rebobinar, volver a pensar lo que ya ha sido pensado. Volver a un estado anterior, con una experiencia previa que ayuda a encontrar lo que no se ha visto. Rebobinar, volver a pensar. Este acto de volver a pensar, es una acción que permite crear un punto de atención sobre un elemento que se quiere revisar, que no se quiere dejar escapar.

Pensando en esto recordé un texto que por unos buenos días ha sido el punto de atención en una asignatura del curso de posgrado que estoy realizando: Del ritornelo. Este texto de Gilles Deleuze y Félix Guattari, se encuentra en un libro que se llama Mil mesetas. Capitalismo y esquizofrenia. Y lo recordé por el primer apartado que dice:

“Un niño en la obscuridad, presa del miedo, se tranquiliza canturreando. Camina, camina y se para y se para de acuerdo a la canción. Perdido, se cobija como puede o se orienta a duras penas con su cancioncilla. Esa cancioncilla es como el esbozo de un centro estable y tranquilo, estabilizante y tranquilizante, en el seno del caos. Es muy posible que el niño, al mismo tiempo que canta, salte, acelere o aminore su paso; pero la canción ya es en sí misma un salto: salta del caos a un principio de orden en el caos, pero también corre constantemente el riesgo de desintegrarse. Siempre hay una sonoridad en el hilo de Ariadna. O bien en el canto de Morfeo”. (2002, 318) (2)

La referencia al sonido, al canto que ayuda a buscar un centro, un punto de atención, es tan poderosa, que pone en acción el poder de la memoria. Ese gesto de cantar lo hice cuando estaba pequeño y necesitaba encontrar puntos de atención sobre lo que sobrepasaba mi comprensión.
Repetir un sonido, una y otra vez, como un mantra, organiza lo desconocido en algo conocido que se puede controlar. Ahora creo que lo hago cuando pienso en rebobinar, en volver a un estado anterior.

La acción de rebobinar la pienso como un acto de repetición que funciona como una búsqueda del un centro que ayuda a organizar un caos. Que da cobijo y que delimita el estado de una operación.

Recuerdo cuando estaba sentado en el taller, en mi estudio, e inicie a escribir, una y otra vez las palabras: un paisaje, una acción, un cuerpo, una representación. El gesto empezó con las palabras paisaje y acción. Al cabo de un tiempo se fueron sumando las palabras cuerpo y representación. En la repetición de estas cuatro palabras, que se conforma como una petición de un encuentro, de un centro, se fue configurando una imagen, que se construye por una mesa, dos sillas, un bonsái, un portarretrato digital y una fotografía. Este gesto de escribir una y otra vez, me ayudo a encontrar un centro, a concentrarme en una imagen que de alguna forma se compuso dentro de todas las ideas que tenía en relación con el proyecto que adelanto.

Pienso que cada acto cotidiano que se realiza, funciona como el canto, el sonido de la cita de Deleuze y Guattari: funciona creando centros. Sucede cuando se camina, cuando se come, cuando se deja el televisor encendido para conciliar el sueño, cuando se corteja. Ese centro es un objetivo, una emoción, un sentimiento, una intuición, que organiza, que salta del caos para dar un principio de orden al caos. Cada acto, por leve, mínimo que sea, va construyendo pequeños centros, puntos de atención que organiza nuestro paso por el mundo.

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Si continuamos con el ejemplo que he propuesto al inicio, el del casete de VHS, podríamos decir que la cinta en donde está contenida, grabada la información magnética, puede pensarse como un objetivo que ya se realizó, que ya se tiene. Puede pensarse como un proyecto, en donde el objetivo se encuentra cada vez que se ve. Para mí esto es importante, pues me sugiere una línea de pensamiento que avanza en un sentido, en el sentido de un objetivo que se persigue. Que adquiere su sentido sólo cuando se repite el estado inicial de potencia, de potencia productora de atención, que crea centros.

Los actos de repetición a veces funcionan, a veces no. Cuando se rebobina, cuando se busca un momento de inicio, procuro tener la atención sobre un aspecto descuidado, que no se había tenido en cuenta. Este tipo de atención ayuda a pensar, a estar alerta sobre lo que se había pensado. (3)

Con los actos de repetición, de volver a empezar, de ese salto de un caos al un orden del caos, se esta construyendo nuevas dimensiones de un mismo asunto. Se esta modulando, matizando los niveles de construcción para poder consolidar, condensar en una idea lo que está pensando, lo que se encuentra.

Los actos de repetición algunas veces se construyen con elementos que se proponen como destructivos, y por eso, los actos de repetición tienen una doble condición: de potencia, de buscar un centro, un orden al caos del caos, un salto de concentración; y también de impotencia, de no movimiento, de estatismo, de implosión.

Rebobinar es un acto de potencia. Es una repetición que muestra las dos condiciones: hace peticiones a lo positivo, a la potencia, al movimiento; y hace peticiones a lo negativo, a la impotencia, a lo estático.

La petición que se debe hacer es solamente la de querer estar en un punto que se quiere como inicial, para encontrar de nuevo el centro. Un centro que crea el hábito y que ayuda a dar un salto. Que para Deleuze y Guattari, seria encontrar la casa, un territorio que protege.

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Ahora, sólo un favor: esta cinta que se ha terminado, en donde está grabado todo lo que decir, rebobinarla. Dejarla lista para cuando se quiera volver a ver. Mira que quiero, esta vez, poner atención.

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(1) Intentaré el C+V, el reciclaje y el zapping. El hablar sin parar y el ser un poco ignorante. La ignorancia puede ser una línea de pensamiento, como el ocio o el tiempo libre. Ocio creativo, artista ignorante.
(2) No puedo dejar pasar este momento sin decir, que la entrada de este texto, es tan poderosa, que lo único que puedo hacer es compararla con el inicio de las novelas ¡Qué viva la música! de Andrés Caicedo o La puta de Babilonia de Fernando Vallejo: nunca se olvida.
(3) Tengo las manos llenas de dolor por lo que he dejado de hacer. Las manos recuerdan cuales fueron las decisiones que he tomado, las decisiones que debo asumir, para no olvidar, para continuar. Stop and go.

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Fuguet, Alberto. (1999). Por favor rebobinar. Santiago de Chile. Alfaguara.
Deleuze, Gilles; Guattari, Félix. (2003) Del Ritornello. Mil mesetas. Capitalismo y esquizofrenia. Madrid. Pretextos.

Leyendo… pensando…

“Esta cita es de Blade Runner. La dice Deckard al final, después que Rutger Hauer, el androide rubio, muere:
‘Lo único que deseaba era intentar responder las mismas preguntas que todos se hacen: de donde vengo, adónde voy, cuánto tiempo tengo.’
No sé, no sé, no sé”

Vía Alberto Fuguet en Por favor, rebobinar

Como si fuera un recuerdo

[Hoy, sentado frente a esta pantalla, trato de dar cuenta escribiendo, que es lo que ha pasado durante este año (¿será más que un año? No lo sé.) de trabajo, que es lo que he pensado, y como puedo organizar algunas palabras para presentarlas en un escrito, en un proyecto. Tengo unas ayudas, pero cuando creo tener la disposición para escribir, todo se diluye en preocupaciones. Creo tener todo claro, pero todo desaparece, todo se desvanece en la torpeza.]