Digamos

Digamos que siempre digo “digamos” cuando no sé exactamente que es lo que quiero decir. Es, como un pequeña muletilla que hace caer en una indeterminada acción externa la idea que quiero construir. El artículo indeterminado, el vincular a los otros en mis pensamientos, hacerlos partícipes para que se cree una especie de complicidad y se entre en un especie de diálogo. Es, un forma de argumentación.

Justo ahora me encuentro escribiendo un breve e importante proyecto para un concurso docente, y como siempre sucede cuando escribo sin saber mucho lo que quiero decir, que se me torna difícil y complejo el encontrar las palabras justas para que el flujo de las ideas palabras se abra y se produzca un bello párrafo, conciso, con dientes, con aura, y que sirva para lo que fue hecho. Cuando eso sucede, termino siempre quejándome y llenando líneas y líneas de texto en busca de una excusa que me permita atrapar alguna dirección para llevar el texto a buen recaudo. La única vez que he podido escribir con cierta elegancia, fue cuando decidí escribir un pequeño artículo para una publicación que se está preparando en el lugar donde trabajo. Como tuve el tiempo suficiente para organizar la argumentación y para imaginarme los pasos que esta tendría (soñé con varios introducciones. Las palabras llegaban volando), sólo tomé unos par de horas para estructurarlo, escribirlo y revisarlo. Como estoy en el primer caso, creo que voy a seguir rumiando palabras a ver si en algún momento se me ilumina la entendedera y puedo sacar el proyecto a flote.

Digamos que si lo puedo hacer.