Pues esta entrada ha tomado más tiempo de lo necesario. Y ahora es el momento de ponerme al día con las lecturas que realice durante la pausa de fin de año. Aunque no fue una lectura continua, pues estas estuvieron atravesadas por la escritura de un proyecto para un concurso docente (que aún hasta hoy, anda un poco embolatado el resultado) que le resto ritmo a la lectura, presento entonces los libros que me acompañaron en esos días:
1. Pedro Paixão. A cidade depois ::: Como este libro lo empecé a leer antes de iniciar el periodo de receso, fue el primero con el que se iniciaron las vacaciones de lectura. El relato tiene que ver con New York justo después del 9-11. El autor, siguiendo un eco propio, decide viajar a la ciudad y estar dentro de los sucesos que se desencadenaron por este, que puede ser uno de los acontecimientos de más impacto en los últimos años. El libro es una serie de relatos con amigos del autor, habitantes de New York, en donde trata de hablar del estado de afectación en la quedaron. Las percepciones, emociones y preocupaciones saltan en cada uno de los capítulos, y construyen desde la cercanía, el intento por volver a una normalidad perdida.
“O céu profundo insiste en ser azul neste domingo en Nova Iorque e eu continuo aqui quieto neste silêncio suspenso, aguardando que de um momento para o outro a vida me desperte, me agarre e me leve para não sei onde.
De propósito, o telefone toca. É Jack a perguntar se não quero ir ver os destroços. Agradeço-lhe, digo-lhe que não, que estou demasiado cansado, o que embora seja verdade não é toda a verdades. Não conheço ninguém entre os milhares que morreram, hoje ainda designados como “os que faltam”, nem ninguém a quem tenha morrido alguém.”
2. Haruki Murakami. 1Q84 ::: Y sigo con mis autores favoritos. Esto fueron los 2 primeros libros de esta gran (larga) historia que aun me falta por terminar (espero hacerlo pronto). He de reconocerlo: al principio no me emocionó tanto como otras veces. Pero justo, al ir terminando la lectura, la historia me atrapa y ya quedo enganchado, de nuevo, al mundo Murakami. Y vaya que sí es un mundo. Un mundo que se desliza en un instante y se complica y se enreda a cada página, en donde los personajes (y yo con ellos) terminan unidos misteriosamente por cadenas de acciones y reacciones, que van uniendo dos dimensiones de una misma realidad que convive, como nosotros, en un mismo espacio. Y de pronto, el deslizarse de una realidad a otra, es lo que mantiene nuestra percepción atada a las historias que nosotros nos contamos a diario. Sólo habría que estar atento para detectar los imperceptibles cambios.
Eso, (y el hecho que, este libro, da inicio a una reflexión que se ha completado con la lectura de los otros dos), y el hecho de la pregunta por el autor. En este libro, autor (Fukaeri, uno de los personajes principales, es una joven escritora que participa en un concurso literario) tiene un co-autor, que ayuda a construir un relato, siendo esta ayuda la que afina la narración inicial del autor, dándole una potencia al relato, que empieza a construir y a reafirmar la nueva realidad que se conjuga en 1Q84.
Ahora, sólo espero tener a mano el tomo 3, y atar los cabos sueltos que se abrieron con los dos primeros tomos.
3. Rodrigo Fresán. Mantra ::: Esto fue una recomendación que llegó via Alberto Fuguet, antes que abandonara su blog. Estuve buscando libros de Fresán para comprar (intenté en Feria del Libro y todo) y no encontré ninguno. Y sucede que en un paseo familiar al mercado de las pulgas, oteando por ahí, me he encontrado con este libro. Lo mantuve en reserva unos buenos meses, hasta que decidí hacerlo parte de este conjunto de lectura. Estuve intrigado por que no sabía a que iba el título del libro, pero sólo fue empezar la lectura y todo fue incesantemente mágicoforme. La vida de Ciudad de México, aparece bajo personajes de telenovela, personajes de familias que hacen personajes de telenovela, personajes de lucha libre, personajes de comando de guerrilla, personajes de inframundo, todo elegantemente construiforme. La búsqueda por saber a que se viene hacer a una ciudad como el D.F. a.k.a. de efe a.k.a Ciudad de México, es lo que pasa en todas sus páginas. ¿Será un asunto del destino? ¿Será un asunto del azar? ¿Será un asunto del libre albedrio? ¿Será, será? Ojalá que el D.F. a.k.a. de efe a.k.a Ciudad de México nos ayude con las respuestas, con su telenovelas y películas, con su personajes de inframundo. Y por cierto, disfrute mucho del tono de Fresán, y ya quiero seguir leyendo más libros de él. Seguiré oteando por ahí, a ver si cae otro libro en mis manos.
Y este libro también hace mas referencias a eso de la autoría, pues sus personajes también caen en el juego de la representación, que de a poco, va desvaneciendo la frágil identidad que dicen que nos acompaña durante nuestra vida.
4. Italo Calvino. Si una noche de invierno un viajero ::: Y este si fue un buen encuentro. Llegó a mis manos de la más pura casualidad. Apareció como una pregunta (¿este libro es suyo?) y se quedó en mi sala de trabajo. [De hecho el libro pertenece a una biblioteca, pero que nadie lo sepa]. De Calvino únicamente había leído los clásicos “Seis propuestas para el próximo milenio” y “Las ciudades invisibles”. No había leído sus novelas, y esta me encantó. Fue la apoteosis de la idea de autoría y de los autores que escriben y de los lectores que leen. Fue un paso por casi 10 novelas, 10 historias que se quedan en una sola historia que casi que no empieza. Un recorrido por los primeros minutos de 10 películas que se cortan justo en el momento más importante para detenerse, y dejar todo en un estado de parálisis: ¿y ahora qué? Ese el punto, que escribir y leer siempre están en la misma acción, que tratan de llevar la trama, pero esta nunca está. El argumento siempre se pierde, el argumento nunca aparece, así uno trate incesantemente en encontrarlo. Entonces, ¿quién es el autor? Sería pues el que intenta infructuosamente de encontrar ese ‘algo’ que le ayude a conectar ‘algo’ que tiene que aparecer. Pero, cada vez que lo intenta, ese ‘algo’ desaparece, pues cada vez se está en un punto más adelante de dónde se empezó, y lo que se había pensado se ha ido.
Entonces, unos apartes:
“-Leer -dice- es siempre esto: hay una cosa que está ahí, una cosa hecha escritura, un objeto sólido, material, que no se puede cambiar, y a través de esta cosa nos enfrentamos con alguna otra cosa que no está presente, alguna otra que forma parte del mundo inmaterial, invisible, porque es sólo pensable, imaginable, o porque ha existido y ya no existe, ha pasado, perdida, inalcanzable, al país de los muertos…” (Pág. 89).
“¿Cómo eres, Lectora? Ya es hora de que este libro en segunda persona se dirija no sólo a un genérico tú masculino, acaso hermano y sosia de un yo hipócrita, sino directamente a ti que has entrado en el Segundo Capítulo como Tercera Persona necesaria para que la novela sea una novela, para entre esa Segunda Persona masculina y la Tercera Persona femenina algo ocurra, tome forma, se asiente o se estropee siguiendo las fases de las vicisitudes humanas. O sea: siguiendo los modelos mentales a través de los cuales vivimos las vicisitudes humanas. O sea: siguiendo los modelos mentales a través de los cuales atribuimos a la vicisitudes humanas los significados que permiten vivirlas”. (Pág. 154)
“¿Cómo hacer para derrotar no a los autores sino la función del autor, la idea que detrás de cada libro hay alguien que garantiza una verdad a ese mundo de fantasmas y de invenciones por el mero hecho de haberles transferido su propia verdad, de haberse identificado a sí mismo con aquella construcción de palabras?” (Pág. 170)
“Especular, reflejar: toda actividad del pensamiento me remite a los espejos. Según Plotino el alma es un espejo que crea las cosas materiales reflejando las ideas de la razón superior. Será quizá por eso por lo que yo para pensar necesito espejos: no sé concentrarme más que en presencia de imágenes reflejas, como si mi alma necesitase un modelo que imitar cada vez que quiere poner en práctica su virtud especulativa.” (Pág. 173)
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Hasta ahí las lecturas del tiempo de receso. Pero como esta entrada tomó varios meses en aparecer, voy a incluirle dos libros más que fueron leídos en las pasadas semanas, y que marcaron mi entrada a los libros electrónicos, el punto ePUb.
5. Charlotte Roche. Zonas Húmedas ::: Por ahí hace casi un año había tenido referencias por blogs literarios de este libro y de sus polémicas. Y por la recomendación de @danielpacheco de una página de libros electrónicos, lo terminé encontrando y lo descargué. Creo que fue una lectura que iba en crescendo, ya que a cada página, lo que podría ser asqueroso, se organizaba de nuevo para presentarse en algo aun más asqueroso. Puede ser el libro más guarro que he leído. Esta exploración y presentación del cuerpo a través de sus fluidos y excreciones, sólo puede pensarse en que al final estamos construidos de eso, y que lo que puede parecer ‘anormal’ para las buenas maneras, sólo es una enmascaramiento del ‘normal’ movimiento del cuerpo humano. Algunas veces, lo repugnante sólo es un paso para pensar que estamos rodeados de materia en todos sus sabores, olores y texturas.
Lo único que no estuve muy de acuerdo fue con la traducción. Y como esta traducción es pensada para el público español, tiene todos los modismos españoles para referirse a eso de las malas palabras. Y esos modismos, cansan. [Lo mismo me pasó cuando leí Trainspotting y Porno de Irvine Welsh]. Pero bueno, ya me las estoy apañando. (Ahora, para estar más en sintonía con lo español-ete, he estado viendo vlogers españoles. Y algunas veces molan, venga). Sólo me falta hacer ojos como platos o irme a tomar por culo.
6. Ricardo Menéndez Salmón. La ofensa ::: Conocí a este escritor por una reseña del año pasado del El Espectador. En ese entonces andaba con la idea (que aun hoy se consolida más) que la literatura es la forma más sutil de teoría que conozco. En la reseña, hablaban de la ‘trilogía del mal’, compuesta por las novelas La ofensa, Derrumbe y El Corrector, en donde Menéndez Salmón exploraba dimensiones humanas de la maldad. Eso fue lo que me atrajo, pues pensé que en los libros, se estaría construyendo una de esas teorías sutiles que siempre me gusta encontrar, y este caso, sobre el mal. Empecé la búsqueda para encontrar los libros, y hasta ahora es que realmente he decidido tenerlos. Compré dos en formato ePub en La Librería de la U y el otro en el formato tradicional. Y siendo fiel a mis obsesiones, inicié la lectura de la trilogía con el primer libro publicado: La ofensa. Me encontré con una historia enmarcada en la segunda guerra mundial, en donde a través de un aspirante a sastre que es obligado a convertirse en soldado, se presenta el espiral de locura e insensatez a los cuales se puede llegar en una situación extrema y atemporal, como lo son las guerras. (La degradación del ideal de lo ‘humano’). Sencillo. Es un libro que tranquilamente va desgranando toda una idea de las consecuencias a las que nos afrontamos cuando, tal vez, no queremos ser participes activos de un acción extrema. También, que al final, así queramos olvidar, estas acciones de las que fuimos partícipes, nunca nos abandonaran. Serán siempre parte de nosotros y se instauran como una cicatriz.
Ahora, espero hacer el tiempo para seguir con el siguiente libro.
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En eso voy.